PUBLICACIONES



Remontando La Fuente

Una Investigación Acerca de los
Orígenes de Nuestras Creencias

Odlanier Zenit Ram
2006


ÍNDICE

- AGRADECIMIENTO
- PREFACIO
- INTRODUCCIÓN
 I. ¿QUÉ NOS REVELAN LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO?
II. LA PALABRA DE DIOS
III. GILGAMESH Y EL DILUVIO UNIVERSAL
IV. ABRAHAM, SARA Y EL FARAÓN
V. MOISÉS Y SARGÓN SALVADOS DE LAS AGUAS
VI. EL REY SALOMÓN Y AMÉNHOTHEP IV
VII. LOS MANDAMIENTOS DE HAMMURABI
VIII. PREPARACIÓN LA BATALLA FINAL
IX. LA ENTRADA TRIUNFAL Y EL CONTRAATAQUE ROMANO
X. EGIPTO EN LA ÉPOCA BÍBLICA
XI. LA PRIMERA REVOLUCIÓN DE LA HISTORIA
XII. LA CIUDADELA REAL
XIII. GOBIERNO SOCIAL EN 1.370 A. C.
XIV. EPÍLOGO
XV. BIBLIOGRAFÍA


Agradecimiento

Debo dar gracias a todas las personas que contribuyeron a que este libro fuese posible. En especial a Scarlet por su permanente estímulo, a mis hijos por permitirme restarles del tiempo que merecían para dedicarlo a escribir; a Carlos, por su continua asesoría profesional, a Luis Moniz, por su paciencia y por las múltiples pruebas. Igualmente a todos aquellos que directa o indirectamente colaboraron en la elaboración y acabado de esta obra y de quienes me pudiese haber olvidado. A todos mi más sincera gratitud.



“...cuando un río está contaminado, es necesario, para conseguir el agua pura, remontarse a la fuente. Es igual con la tradición; ésta no se halla pura sino en su origen”.

Paul Lecourt


“...si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del Libro de la Vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”.

Apocalipsis XXII, 18-19


Prefacio

Para la mayoría de los judíos, cristianos y musulmanes, la Biblia siempre fue la palabra de Dios; pocos intentaron comprender el por qué de las irreconciliables contradicciones de algunos de los textos con un Dios de Misericordia y de Justicia, y los pocos que lo hicieron fueron quemados en la hoguera por herejes, torturados en el potro de los suplicios hasta retractarse, o en el mejor de los casos irreversiblemente desacreditados en el mundo académico. Pero el ojo implacable de la ciencia, la aguda capacidad detectivesca de algunos investigadores y los avanzados desarrollos en la tecnología han hecho posible descubrir hechos que difícilmente hubiésemos podido develar hace apenas quince años. Apoyados en esos tres factores nos pudimos acercar a ese famoso conjunto de escritos, incluyendo los de la comunidad Esenia a orillas del Mar Muerto, para compararlos con las fuentes originales. Así pudimos ver los textos bíblicos desde otra óptica, que se presenta más consistente con los descubrimientos arqueológicos, con la reconstrucción de la historia, y más aún con la realidad actual del Medio Oriente .

Todo eso ha sido posible en los últimos años gracias a ese grupo de investigadores independientes, que lograron que fuera accesible al público común mucho de lo que hasta ayer era feudo inviolable de solo unos pocos académicos y eruditos. A conciencia de que hemos estado explorando territorios calificados de “intocables” por ciertos círculos, creemos que los eventos a los cuales nos referimos en esta obra sucedieron así, con sus protagonistas asumiendo un rol bastante diferente al que se nos ha enseñado, por ser la forma más coherente con el sentido común, con la lógica y con los hechos actuales. Hemos alcanzado la mayoría de esas conclusiones en parte a través de la forma como aparecen recopilados sus escritos, con varios estilos literarios reconocibles, pero principalmente por las indiscutibles evidencias arqueológicas.
Esperamos que este material sirva para abrir más puertas y más ventanas en un segmento de la historia que nos ha marcado y seguirá marcando por muchas generaciones; que ha sido fuente de guerras y debates, y que tal vez ha generado más polémica que cualquier otro asunto en la historia espiritual de la humanidad. Además, por haber sido narrados durante siglos, estos eventos han enriquecido y fortalecido muchas tradiciones religiosas y han logrado hacerlas perdurar en sus doctrinas hasta hoy. Eso es suficiente mérito para cualquiera y les otorga su valor a todas por igual, sin que ninguna se atribuya el monopolio de la verdad porque ninguna lo puede tener. Con el mayor respeto posible, junto con millones de creyentes y no creyentes por igual, deseamos ver los textos sagrados ajustarse a la historia, en vez de ser al contrario como hemos visto con tanta frecuencia en el pasado.


INTRODUCCIÓN

Hace unos 2.500 años; en una región enmarcada religiosa, cultural y políticamente  por los poderosos reinos de Egipto, Babilonia y Persia, se produjeron pequeños pero determinantes sucesos: los Habiru o Hapiru, una tribu de aguerridos nómadas, colonos rebeldes que merodeaban por los campAméntos de Ur-Salem, en el valle de Jezreel en Palestina en el territorio del imperio Egipcio, recogieron algunos escritos proféticos para enriquecer sus rituales y sacrificios. Esta tribu de nómadas, que recorrían el desierto recolectando dátiles, o saqueando caravanas y carpas, que no sostenían comercio, y que se rehusaban tenaz y sistemáticAménte a relacionarse con otras tribus, se estaban comenzando a habituar a la vida sedentaria, por influencia de sus ricos conquistadores egipcios. Pronto estos colonos, ancestros de los hebreos, asimilaron el lenguaje regional a un dialecto propio, adoptaron la escritura y se dedicaron a reunir las narraciones y hazañas de sus jefes y guerreros, junto con muchas cuentos y leyendas de diversas tribus y de culturas más antiguas, para luego ensamblarlos en un cuerpo que originaría su bagaje cultural.

Así comenzó a diferenciarse de las muchas tribus de la región este peculiar pueblo que sobreviviría a largos y graves conflictos fratricidas, para imponer directa e indirectAménte su versión del monoteísmo en el Oriente Medio y en el mundo, mientras desarrollaban eficientes tácticas de guerra, habilidades artesanales, y excelente capacidad de negociación. Ese pueblo llegaría a convertirse con los siglos tal vez en el más rechazado en la historia de la humanidad.

Estos escritos al principio se garabatearon crudAménte, pero luego se fueron caligrafiando con creciente delicadeza y esmero sobre piel de asno, de cabra, de oveja, e incluso sobre finas láminas de cobre. Con el tiempo asimilaron y adaptaron costumbres de tribus minoicas, sumerias, fenicias, cananitas, amorreas, griegas, asirias e incluso etruscas y romanas; pero fueron más fuertemente influenciados por la religión persa y por las corrientes religiosas egipcias, sumerias y babilonias de donde tomaron la mayor parte de sus doctrinas; las escrituras y las oraciones que se leen y escuchan hoy en las sinagogas lo confirman: Adon (Athon), “El Señor”, El Elion “El Altísimo” y El Shaddai “Dios Todopoderoso”, p. Ej., son hoy expresiones sagradas hebreas, pero provienen, la primera de los egipcios y las otras dos de los ugaritas, pobladores sumerios de la ciudad-reino de Ugarit en la costa de la actual Siria frente a Chipre hace más de cuatro mil años.

Estos Habiru, que por el año 300 a. C., parecían ya estar organizados en clanes, sectas y grupos mercenarios en permanente rivalidad y en constante lucha contra las tribus vecinas, finalmente conquistaron Ur-Salem, desplazando a los cananeos y amorreos; fundaron reinos y ungieron reyes. Más tarde celebrarían su primer concilio de jefes de clan en Jamnia, (Jabneh) Palestina, en el año 90 a. C., donde decidieron cuales textos habrían de ser conservados en el corpus histórico-religioso que sería llamado Tanakh, recopilado por Esdras el escriba, y cuales serían rechazados; aunque muchos de los libros de ese primitivo Antiguo TestAménto estaban aún por escribirse. Desde entonces hasta la destrucción del llamado Segundo Templo por los Romanos en el año 76 de la Era Cristiana, bajo la influencia de estos ancestros de los judíos, sucederían varios de los eventos más perturbadores en la historia de toda la región. Muchos detalles de esos eventos aún los desconocemos, sin embargo marcarían decisivAménte la historia de la humanidad como ningún otro por los siguientes dos mil años.

En aquella misma población ahora conocida como Jerusalem, bajo el rey Herodes el Grande nombrado por Roma, alrededor del año 70 de esta era, un pastor y comerciante de cabras llamado Markus, prosélito de cierta nueva secta Judía liderizada por un antiguo espía Romano de nombre Pavlos, originario de Tarsos, Grecia, se dedica a tomar nota en su idioma de las narraciones, profecías, leyendas y escritos antiguos almacenados en los “guenizot” (depósitos de manuscritos). Así fue que Markus escribió sobre eventos que jamás presenció, acerca de un personaje llamado Jehoshua o Joshua, a quien nunca conoció, componiendo lo que sería el primero de los cuatro Evangelios del Nuevo TestAménto. Hacía unos treinta años que había muerto el líder indiscutible de la secta, Joshua el Esenio, crucificado por los romanos bajo cargos de rebelión, asesinatos y saqueos, y a quien se conocía como Bar-Abba (en arameo “El Hijo del Padre”), o como Kristos (en griego “El Ungido”), pues era considerado el Rey que liberaría a los Judíos y cuya venida había sido profetizada por Isaías. Quince años  más tarde aparecería el Evangelio de Matheus y cinco años después el de Lukas. A ocho años de entonces Johan compone el Evangelio más místico de todos, aunque se escribirían también muchos otros manuscritos, varios de los cuales quedarían rechazados del corpus canónigo por los jerarcas de la nueva secta. Esto sucedería en otro concilio; esta vez en Nicea, en el año 325 de nuestra era, donde se decidiría entre otras cosas si Jesús iba a ser considerado hombre o Hijo de Dios tal como tradicionalmente se consideraban a todos los reyes antiguos desde 6.000 a. C. Luego en el siguiente concilio, en el 515 a.C., en Trento, se seleccionarían y editarían de nuevo todos los textos para eliminar la reencarnación, una convicción proveniente de Persia y Egipto la cual los obispos encontraban difícil de erradicar de las creencias ancestrales de casi todos los pueblos vasallos del Imperio Romano. También se debía decidir si María sería considerada virgen como tradicionalmente se consideraba a las madres de los dioses del Olimpo greco-romano, o se debía insistir en el concepto de “unigénito” (monogenes en el original griego), término que indicaba que el héroe era engendrado solo por el padre, sin intervención de mujer ya que la mujer era considerada no solo inferior sino pecaminosa, y un Hijo de Dios tenía que ser engendrado puro. Además se fijarían las fechas definitivas de celebración cristiana para que coincidieran con las conmemoraciones que el pueblo no dejaba de celebrar. Así la Pascua (Pesaj) se haría coincidir con el Equinoccio de Primavera, y el nacimiento de Jesús con ascenso en la eclíptica del Sol Invictus en el Solsticio de Invierno. A partir de allí todos esos relatos, compilados en un solo cuerpo, se convertirían en el conjunto de textos más estudiado, más corregido, más publicado, y más polémico de toda la historia de la humanidad: La Biblia.




-I-
¿Qué Revelan  los Rollos  del Mar Muerto?

Durante siglos la mayoría de los estudiosos bíblicos coincidieron en que Moisés fue el autor del Pentateuco o conjunto de cinco primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), y base de la doctrina Judeocristiana. Sin embargo ya desde hace tiempo se conocen estudios lingüísticos de los textos que revelaban fuentes más antiguas, distintas corrientes literarias, diferentes sintaxis gramaticales, y patrones estilísticos muy variados. Se sabe que los títulos de Primer Libro de Moisés, Segundo Libro de Moisés, etc., que encabezan los libros del Pentateuco, se insertaron recién en la Edad Media. Luego se demostró que los textos provenían de al menos seis o siete, quizás hasta diez fuentes diferentes. Pero se hacía imposible el estudio profundo de dichos textos debido a que casi todos ellos se conservaron siempre en los Archivos Secretos de la Biblioteca del Vaticano, a la cual hasta hace apenas unos pocos años solo tenían acceso el Papa, unos pocos Cardenales y ciertos investigadores académicos escogidos con pinzas. Pero un sencillo evento cambiaría eso para siempre. En 1.947 un pastorcito beduino buscando una cabra extraviada a orillas del Mar Muerto, entró en una cueva en un alto risco y halló varias vasijas de arcilla que contenían extraños rollos de piel escritos. Dichos textos redactados en arameo, se descubrió luego, databan de entre el siglo II a.C. y el I A.D. Entre ellos aparecieron varias copias de El Génesis, del Libro de Isaías, y la mayoría de los textos del canon de la Biblia, pero también aparecieron otros tales como El Libro de los Misterios, El Rollo de la Guerra, El Rollo de Cobre, El Libro de los Jubileos, el Libro de los Gigantes, el TestAménto de Leví, Los Dichos de Moisés; en fin, muchos otros textos desconocidos para muchos académicos y para casi todo el público cristiano y judío. En total había más de doscientos manuscritos diferentes. Estos textos fueron hallados tal como los dejaron allí sus copistas y escribas hace más de dos mil años. Los textos, hoy llamados Rollos del Mar Muerto, al revelar la realidad irrefutable de ese tiempo, estarían destinados a transformar radical e irreversiblemente la estructura de tres de las religiones más importantes del mundo.

Al poco tiempo de hallados dichos textos, un grupo de eruditos monjes dominicos recibió del gobierno de Jordania (en cuyo territorio estaban los manuscritos antes de la Guerra de los Seis Días), el encargo de traducirlos. Pero transcurrieron más de cuarenta años sin que los sacerdotes católicos sacaran a la luz las traducciones, salvo cortos trozos publicados por investigadores independientes, y aprobados siempre por los padres dominicos. Fue entonces que dos periodistas Ingleses publicaron un libro donde especulaban que el Vaticano e Israel se rehusaban a publicar las traducciones de los textos, porque revelaban aspectos extremadAménte controversiales de Jesús y de su verdadera historia[1]. Todo ello condujo a una airada polémica a mediados de los 80, que llegó hasta el Kneset (parlAménto Israelí), junto con un juicio levantado en la Corte Suprema de Israel por los derechos sobre los Rollos del Mar Muerto. Un grupo de académicos e investigadores encabezados por Herschel Shanks, director de la Biblical Archeological Society, emprendió una cruzada a través de los medios de comunicación a nivel mundial para tratar de lograr que los manuscritos, todavía mantenidos bajo el monopolio del Equipo Internacional liderizado por los monjes dominicos, fueran puestos a la disposición de todos los que quisieran estudiarlos y revisarlos[2]. La reacción de los académicos religiosos fue feroz; fueron desprestigiadas grandes figuras, se ridiculizaron nombres respetables y  los que pedían apertura fueron atacados malsanAménte[3]. Muchas carreras y reputaciones quedaron hechas trizas, sin embargo la ola no se logró detener.

El revuelo que se levantó fue dramático y sin precedentes; la presión de la opinión pública subió a niveles insostenibles hasta que en octubre de 1.991 la Autoridad Israelí de Antigüedades tuvo que ceder y los rollos se publicaron en su totalidad. Como consecuencia de esto aparecieron en el mundo académico estudiosos que retomaron la cuestión de la autoría de los libros de la Biblia. Surgieron varios grupos de investigadores disidentes, desligados de las prestigiosas universidades cristianas, pro-cristianas y judías que mantenían el monopolio escolástico de los textos originales. Casi de inmediato se desencadenó un torrente de revisiones de los textos ya conocidos de la Biblia. Incluso en febrero de 2002, la Divinity School de la Universidad de St. Andrews en Escocia abrió un coloquio sin precedentes acerca de los libros apócrifos y pseudoepígrafos escritos en la misma época que los libros del canon de la Biblia, con el fin de revisar su contenido y sus traducciones, y determinar por qué habían sido dejados estos textos fuera del canon bíblico.

Los resultados de todo este movimiento han sido notables; se han comenzado a cuestionar traducciones largo tiempo aceptadas, y datación de textos y de restos arqueológicos hasta ahora admitidos sin discusión. Incluso se han abierto foros públicos para que todo aquel que desee estudiar, traducir, discutir y opinar sobre la materia, lo pueda hacer sin el cepo académico de las universidades tradicionales judías o cristianas. Hoy en día existen muchos investigadores de gran conocimiento en la especialidad, que se dedican a hacer sus propias traducciones de los textos y los confrontan con las traducciones oficiales, descubriéndose notables diferencias en criterios, en contenido, e incluso en la datación del material literario y arqueológico. La superautopista de la información, por otra parte, logró hacer accesible a millones de estudiantes, investigadores, estudiosos, aficionados y publico en general, muchos textos originales en cuneiforme, jeroglífico, hierático, demótico, arameo, griego, latín etc. Tan radical ha resultado este movimiento, que varios investigadores han descubierto errores importantes en la datación del Antiguo Egipto lo que ha conducido al establecimiento de una nueva cronología, incluyendo una nueva nomenclatura y método de clasificación de los hallazgos arqueológicos. El sistema de nomenclatura “a. C.” y “A.D” ó “d. C.” (antes de Cristo, anno domini ó después de Cristo), p. Ej., que se colocaba luego del año respectivo, está siendo sustituido en ciertos círculos por “AEC” y “DEC” (antes de la era común y después de la era común), a instancias de los académicos Judíos. Pero esta nomenclatura ha comenzado a ser cuestionada también y ya ciertos investigadores y arqueólogos han empezado a sustituirla por “NC” (nueva cronología) desde que se descubrió un vacío de más de 700 años en la datación de las dinastías egipcias, la llamada “edad oscura”, que aparentemente nunca existió. Sin embargo hay muchos otros eventos, historias, incluso dinastías enteras aceptadas durante decenios, que aparentemente nunca existieron. Corregir este error plantado por los arqueólogos de los siglos XVIII y XIX y arrastrado hasta ahora, requiere reajustar casi todo lo que se encuentra documentado en las miles de bibliotecas y museos hoy en día. El problema más serio, sin embargo, es que la arqueología y la historia de varias otras culturas del Medio Oriente; israelita, asiria, griega, minoica, sumeria, persa etc., tomaron la historia egipcia como patrón. En conclusión, algunos estudiosos consideran que tal vez necesitamos re-escribir la historia... y quizás también la Biblia.
















-II-
La Palabra de Dios

El zorro, una vez que orinó en el mar dijo: OH! Todo el mar es mi orina.”
(Proverbios de Ki-En-Gir; Sumeria 2.000 a. C.)

El sello más distintivo de la Biblia, y que pocas veces había sido cuestionado, es la cantidad de intervenciones divinas que brotan como transmisión de lo que parecen ser deseos, caprichos o advertencias de Dios, de sus mensajeros o de sus ángeles. También aparecen intervenciones directas de estos en los eventos diarios del hombre, para castigar a filo de espada a los enemigos de Israel, incluyendo mujeres, ancianos y niños; para torcer el desenlace de una batalla, producir o evitar una catástrofe natural, ó generar el embarazo de alguna madre estéril. La Biblia es sin duda un importante documento religioso, pero ¿podemos realmente creer que Dios nos dio sus leyes en palabras escritas? En esta Era de Acuario podemos hallar frescas declaraciones, sólidAménte sustentadas, que en otros tiempos hubiesen ameritado la hoguera. Hoy en día sin correr ese riesgo uno de entre muchos estudiosos, el Obispo John Shelby Spong del Nuevo Cristianismo hace esta pregunta: “¿Fue la Biblia Dictada Literalmente por Dios?”[4]. La escritura es una invención humana de origen cultural y regional, y por ende asegurar que Dios dictó o escribió sus palabras en un idioma específico, significa subestimar a Dios como paradigma equitativo. Si además pretendemos que lo hizo en nuestro idioma (tolteca, sánscrito, jeroglífico, arameo, cuneiforme, etc.) estamos sugiriendo que Dios, el creador de todas las humanidades en todo el Universo, el Todopoderoso, escogió nuestro idioma por sobre los todos demás idiomas y dialectos del universo entero, para revelar sus Leyes. Esto nos parece una monumental pedantería cultural. Si Dios iba a darle un mensaje al hombre ¿por qué iría a escoger un idioma humano que Él sabe iba a estar sujeto a cambios, sometido a revisión y factible de ser reinterpretado, distorsionado y equivocadAménte traducido, como realmente ha sucedido? La lógica -y cualquier doctrina religiosa- nos dice que Dios, en su omnisciente sabiduría, escogería sin duda un lenguaje universal, que fuese comprendido por todos los seres humanos de todas las razas y en todas las épocas. Y eso, afirmamos, es precisAménte lo que Dios hace. Es en parte lo que descubre el Dr. Carl Gustav Jung, discípulo de Freud, a principios del siglo XX, y lo presenta con gran simplicidad en una de las obras más importantes para la comprensión de la cultura, la religión y la mente humanas[5]. Dios utiliza un lenguaje universal para comunicarse con el ser humano; el único lenguaje que impide la deliberada o accidental distorsión del mensaje, el sublime lenguaje de los ángeles, y lo implanta en el Inconsciente Colectivo de la humanidad para que todos, absolutAménte todos los seres humanos puedan tener acceso a él, en todos los tiempos del mundo, sin distinción de credos, ni de razas, ni de culturas, y para que ningún pueblo pueda creerse superior a todos los otros o elegido entre todos los otros. Ese es el lenguaje que utiliza nuestro subconsciente para comunicarse con nosotros de manera automática a través de los sueños. No se trata, por lo tanto, del cambiante, frágil y limitado lenguaje humano, fonético o escrito, sino del lenguaje de los símbolos. A través del mismo los mensajes de la divinidad son transmitidos directAménte al interesado, sin intervención de terceros, ni de mediadores, ni de intérpretes tal como lo podríamos esperar de un Dios Único, Justo, Universal.

Debemos reconocer el valioso aporte de la literatura religiosa al mundo, pero eso no significa que la Biblia deba ser considerada como la palabra de Dios al pie de la letra. La Biblia es la palabra de profetas y patriarcas inspirados, pero humanos a fin de cuentas. Gran cantidad de descubrimientos arqueológicos nos lo demuestran. Uno de ellos es un prisma hexagonal de piedra de 1,30m de altura grabado en escritura cuneiforme. Al estilo de los textos de la época no tiene separación entre palabras, no tiene signos de puntuación, ni mayúsculas, ni separación en capítulos o versículos. Reposa actualmente en el Museo en Berlín y narra la campaña de Sennacherib, Rey de Asiria, contra sus enemigos, en el año 701 a.C.[6]:

"En mi tercera campaña marché contra Hatti. El rey de Sidón, Luli, a quien el inspirador brillo de mi señorío ha sobrecogido, huyó al mar y pereció... En cuanto a Hezequías, el Judío, no se sometió a mi yugo, puse sitio a sus fortificadas ciudades, sus fuertes amurallados, y sus incontables aldeas, y las conquisté por medio de bien compactadas rampas de tierra y arietes contra las murallas, con un ataque de soldados de a pie, usando minas, culatas y trincheras. Logré sacar 150, 200 personas, jóvenes y viejos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos, camellos, grande y pequeño ganado incontable y los consideré esclavos. A él lo hice prisionero en Jerusalem en su residencia Real, como un pájaro en su jaula. Lo rodeé con muros de tierra para acosar a los que estaban en los portales de la ciudad. De esta forma reduje a su país, pero aún así subí los impuestos y las dádivas a mí como señor, las cuales impuse a él sobre el tributo anterior, a ser pagado anualmente. Hezequías mismo, me envió más tarde a Nínive, mi ciudad real, junto con 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes trozos de piedra roja, sillas incrustadas en marfil, poltronas, pieles de elefante, cajas de ébano y todo tipo de tesoros valiosos, sus propias hijas y sus concubinas..."

Leamos ahora la narración bíblica:
"En el décimo cuarto año del reinado del Rey Hezequías, Sennacherib, rey de Asiria, fue en expedición contra todas las ciudades fortificadas de Judáh y las capturó. Hezequías, rey de Judah envió este mensaje al rey de Asiria en Lachish: "Yo he errado. Déjame ir y yo pagaré cualquier tributo que me impongas". El rey de Asiria tomó 300 talentos de plata y 30 talentos de oro de Hezequías, rey de Judáh. Hezequías pagó todos los fondos que estaban en el templo del Señor y en los tesoros del palacio... Esa noche el ángel del Señor vino y atacó y mató a 185.000 hombres del campo Asirio. Temprano en la mañana, he allí que estaban los cadáveres de los muertos. Y así Sennacherib, rey de Asiria, desmontó su campAménto y regresó a Nínive”. 1 Reyes, 2: 18-19, (negrillas nuestras).

Y leemos también otra sección:
"Pero luego que el (Hezequías) había probado su fidelidad con tales hechos, Sennacherib, rey de Asiria llegó. Invadió Judea, sitió sus fortificadas ciudades, y propuso asolarlas... ...sus oficiales hablaban mal contra el Señor y contra su siervo Hezequías, porque aquel había escrito cartas en desprecio del Señor, Dios de Israel... Hablaban del Señor de Israel como si fuera uno de los dioses de otros pueblos de la tierra, obra de manos humanas. Debido a esto, el Rey Hezequías y el profeta Isaías, hijo de Amos, oró y lo invocó. Entonces el Señor envió un ángel que destruyó a todo valiente soldado, líder y comandante del campo del rey Asirio, por lo que éste tuvo que regresar avergonzado a su propio país” Crónicas, 2: 32, (negrillas nuestras)[7]

Aunque parezca sorprendente, este tipo de narraciones convirtiendo en triunfo lo que parece haber sido una derrota, con la intervención de un “ángel de Dios”; o exagerando una victoria para darle mayor relevancia, descubrimos que es mas frecuente en los escritos antiguos de lo que suponemos. Luego de comparar las dos versiones, notamos una clara diferencia de estilo entre los textos en negrillas y los restantes.
Y nos percatamos de que solo tenemos la palabra de los autores de esos textos, de que hubo enviados de Dios, o de que realmente tuvo lugar una intervención divina. Sucede que los autores de dicho texto reflejaban las tradiciones guerreras de esas tribus antiguas: derrotar a un adversario exige matarlo. Hoy en día sabemos que la perdurable existencia de la Biblia y su ocasional lógica simple y demoledora, prueba que algunos sabios de la antigüedad se inspiraron para obtener conocimiento y sabiduría. Sin embargo en muchos casos la revelación terminaría convirtiéndose en la predilección particular del sacerdote o la secta de turno, e incluso pasaría a reflejar las costumbres, los anhelos y las frustraciones del pueblo que la escribió. De allí a considerarla La Palabra dictada por Dios hay una larga distancia. Pocos pueden conciliar la idea de un Dios de sabiduría, bondad y misericordia, adaptando historias tomadas de culturas más antiguas, modificando los hechos originales, o por ejemplo ordenando matar dos tórtolos y derramar su sangre sobre el altar del Templo, con el fin de dirimir un simple caso de infidelidad conyugal, y menos aún enviando a sus ángeles a matar miles de soldados, incluyendo mujeres, ancianos y niños, solo porque practican la única religión que ellos han conocido, tal como lo señala la Biblia. Existen allí docenas de estos ejemplos.

Las evidencias arqueológicas demuestran además, que la mayoría de las narraciones bíblicas provienen, enteras o en partes, de otras fuentes; lo que muestra que la Biblia es solo una interpretación de la inspiración, divina o no, de muchos estudiosos, con una enseñanza moral importante de muchas culturas diferentes. No solo los escritos sagrados son solo interpretaciones de alguna inspiración, sino que con frecuencia estos se terminaban escribiendo muchos años después de los acontecimientos, por personas diferentes de quienes presenciaron los hechos, en una época donde no existían grabadores de sonido, cámaras de vídeo, cámaras fotográficas, ni CNN. El Antiguo TestAménto se vino a imprimir por primera vez quince siglos después de que naciera Jesús, con la imprenta de Guttenberg. Hasta entonces solo había un manojo de copias de manuscritos dispersos por todo el Medio Oriente en manos de sectas rivales judías y cristianas diferentes y sujetas a enmiendas y borraduras constantes en manos de los escribas y copistas, bajo las órdenes de los jerarcas de dichas sectas.

La lengua aramea, en la cual se escribieron algunos de los primeros manuscritos del Antiguo TestAménto, no tuvo siquiera un diccionario, y la misma lengua hebrea no contó con uno sino hasta bien entrado el siglo XVI. Las lenguas semitas no colocaban las vocales en la escritura, por lo cual hasta a los académicos les es difícil ponerse de acuerdo a veces respecto al significado de una sola palabra. Los judíos no tuvieron una Biblia hasta que Esdras el escriba recopiló el Pentateuco, pero no hay datos que indiquen de dónde. Nehemías recopiló los libros de los Reyes (Malakhim) y Profetas (Neviím), mientras que los libros de Job, Salmos, Proverbios, Ruth y Eclesiastés fueron añadidos muchos años más tarde.

Hay pruebas hasta ahora, de que al menos los salmos 29 y 104 fueron copiados de inscripciones de arcilla y piedra originales de Urdit, Sumeria y Egipto respectivAménte las cuales todavía existen. La llamada Biblia Septuaginta, traducida en Alejandría por setenta eruditos judíos asistidos por “poderes milagrosos” y aceptada por la primera Iglesia Cristiana tenía tantos errores e incongruencias, que hubo que realizar varias versiones corregidas en griego. Nadie puede decir cuáles son ni dónde están los manuscritos originales. De esas surgieron otras versiones tales como la Biblia de Lutero, la de Dort, la del Rey Jaime, la de Ginebra, la Danesa y la Sueca, todas con notables diferencias. Bajo el emperador Constantino la Biblia fue revisada y corregida. También bajo Enrique VIII la Biblia se revisó y corrigió luego de la ruptura del rey con el Papa de Roma por su negativa a divorciarlo de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena, y se revisó de nuevo bajo el reinado de Isabel I y también bajo el del Rey Jaime (King James). Esta última es la que usan desde 1.611 casi todos los protestantes. La Iglesia Católica revisa la Biblia cada varios años y ha publicado muchas versiones: “paulina”, “moderna”, “latinoamericana”, “africana” etc., con cambios de términos que ellos llaman “adaptaciones”. Sin embargo algunos jerarcas religiosos todavía esperan que confiemos en la memoria humana respecto a las verdaderas palabras de Moisés, o de Jesús, escritas cincuenta, cien o doscientos años después, corregidas, traducidas y retraducidas posteriormente docenas de veces.

La mayoría de las inscripciones halladas por la arqueología revelan que el interés más frecuente de los escribas era exaltar su bando, tal como los escolares dicen “Mi papá le gana a tu papá”. Aunque sin duda había hombres veraces en aquellos días como los hay hoy, el rigor científico en el registro de la historia, con fidelidad a los hechos es una metodología relativAménte reciente. En los primeros tiempos de las universidades medievales no se aplicaba un riguroso criterio científico hasta que apareció Descartes con su Discurso del Método. Muchas enmiendas a la Biblia surgieron precisAménte de aquellas universidades. Las versiones diferentes del Génesis (Bereshit), del Libro de Isaías, del profeta Habacuc, de Enoch y de varios textos canónicos de los Rollos del Mar Muerto confirman que se aceptaban ciertas diferencias en sucesivas versiones de un mismo texto. Sin embargo tal vez aquel tipo de alteración por exageración nunca fue maliciosa ni intentaba engañar a nadie; solo enfatizar las cualidades o defectos de alguna persona, grupo o nación tal como el populacho lo hace hoy con sus equipos de fútbol. Si eran enemigos eran cobardes, flojos y resultaban humillados; si eran amigos eran valientes, arrojados y recibían la ayuda de Dios.

Manethon de Heliópolis y Beroso el Caldeo exageraron las historias de sus respectivos pueblos ante los griegos. Beroso le dice en su Chaldeika a Antíoco I, que su historia de Babilonia está basada en archivos astronómicos de 473.000 años de antigüedad y Manethon, en su Aegiptika a Ptolomeo Philadelfos cuenta una historia de Egipto con treinta dinastías en 113 generaciones abarcando 36.525 años, un “pedigree”, aseguran los expertos, que hace aparecer a los Griegos conquistadores como recién nacidos de la historia. En una inscripción de piedra encontrada en un muro en Memphis en 1.876 por Flinders Petrié se puede leer lo siguiente: “Ramsés el poderoso, capaz de atravesar con su arco, escudos de ocho codos de espesor y quince hombres en fila”. Lo que sabemos del poderoso arco largo inglés, y de las leyes de la física sugieren que quizás las flechas de Ramsés atravesaban un escudo de suela de media pulgada y lograban penetraban el cuerpo de un hombre, pero había que intimidar al enemigo.

Muchos otros libros que fueron escritos en esa misma época, algunos mencionados incluso en el Antiguo TestAménto, quedaron rechazados del canon original: El libro de Jasher, el libro de Nathan, el libro de Ahija, el libro de Iddo, el libro de Jehu, los Dichos de los Videntes, El Libro de los Jubileos, El Libro de los Gigantes, la Vida de Adán y Eva, El Apocalipsis de Moisés etc. Estos libros contienen importante material que es necesario cotejar con los libros del canon, porque nos revelan aspectos de la vida y las creencias de esos pueblos que no siempre son congruentes con los textos del Antiguo y del Nuevo TestAménto. Los cincuenta y dos manuscritos de Nag Hammadi que abarcan doce libros en idioma copto (egipcio tardío) original, entre ellos El Libro Secreto de Santiago, El Evangelio de Tomás, El Libro de Tomás, El Libro Secreto de Juan[8] y el polémico Evangelio de Felipe que contiene pasajes de Jesús besando en los labios a María de Magdala, un material tan controversial que se ha hecho todo lo posible por mantenerlos en el más bajo perfil. De manera que debemos considerar con mucho sentido común la fidelidad de las narraciones bíblicas, sobre todo cuando incluyen la intervención de ángeles, enviados de Dios y otros agentes celestiales, pues la claridad de la razón que nos dio Dios, y las evidencias arqueológicas las desmienten con frecuencia.








-III-
Gilgamesh  y el  Diluvio Universal

Respecto al mito de la creación existen tantas narraciones en todo el mundo antiguo, tan similares a lo que narra el Génesis, que necesitaríamos todo un libro sólo para este análisis. Nos vemos obligados a admitir que quien escribió estas narraciones se inspiró en las antiguas leyendas existentes. Sabemos que Moisés, con toda certeza, no fue el primero que escribió sobre el origen del mundo, tal como los restos arqueológicos lo confirman[9]. De igual manera hace muchos años que se descubrió la llamativa similitud entre el recuento del diluvio de Noe y el diluvio que recoge la Épica de Gilgamesh, rey de Asiria, pero hay muchas otras leyendas escandinavas, toltecas, polinesias, celtas, caldeas, etc., que hablan de un gran diluvio en castigo a la humanidad pecadora, con instrucciones para construir un navío donde poner parejas de animales y unos pocos hombres justos con su familia. Casi todas las narraciones mencionan que las aguas arrasaron a una raza de hombres y luego los sobrevivientes del arca enviaron aves que regresaron las primeras veces y al final no regresaron indicando que había tierra seca.

En 1.996 dos geólogos norteamericanos de la Universidad de Columbia, William Ryan y Walter Pitman, presentaron las primeras evidencias arqueológicas de un gigantesco cataclismo. Según estos investigadores, el diluvio no ocurrió por lluvias sino por otra catástrofe natural aún más devastadora. Los registros arqueológicos obtenidos de perforaciones del subsuelo, demuestran que con la última glaciación, todos los mares de la tierra ascendieron más de cien metros, a medida que se iban derritiendo los enormes bloques helados en el mar.

Hace unos siete mil años en el estrecho del Bósforo en la actual Turquía, ese angosto brazo de tierra que separa el actual Mar Mediterráneo del atiguo Valle de Anatolia decenas de metros más abajo, existía un importante asentamiento primitivo, Chatal Huyuk, formado por los ancestros de los Ubedianos; una rama de los Acadios. En dicho asentamiento que se había establecido al borde de un lago, el arqueólogo Douglas Bailey de la Universidad de Cardiff, Inglaterra realizó una exhaustiva excavación. En las orillas del lago se hallaron restos de sus construcciones, de sus murales, y de sus tills, o montículos artificiales, donde enterraban a sus muertos junto con sus posesiones o tesoros. Allí cultivaban guisantes, aceitunas, uvas y frutas, mientras pescaban, cazaban y pastoreaban sus rebaños de cabras, asnos y ovejas.

La narración Bíblica nos dice que Noé (alrededor del 2.300 a. C.) recibió instrucciones de Dios para construir un arca y poner a su familia y a una pareja de cada especie animal en ella. Una tablilla de arcilla de la Biblioteca del Palacio del Rey Assurbanipal de Asiria encontrada en las ruinas de Nínive, Babilonia, y que recoge La Epica de Gilgamesh[10], mil doscientos años antes de Noé, narra algo muy similar de Ut-Napistim, héroe de Chatal Huyuk en el Valle de Anatolia a orillas de ese lago (aunque hay otras narraciones anteriores a Noé que hablan también de un diluvio[11]). Tratamos de reconstruir el evento a través de los análisis geológicos de Ryan y Pitman en el lugar junto con los diversos restos arqueológicos hallados por Bailey: hace casi ocho mil años (5.600 a. C.) algunos de los habitantes de Chatal Huyuk escalaron la montaña hasta el estrecho como lo hacían con frecuencia, para pescar en el Mediterráneo, cazar o recolectar frutas; y notaron con alarma el Aménazador crecimiento del nivel del agua. Tal vez el deshielo provocó mucho más precipitación pluvial que la habitual. Probablemente creyeron que la lluvia era la causa del extraño fenómeno, pues evidentemente ellos no podían ver los gigantescos bloques de hielo caer al mar a miles de kilómetros más al norte. Los ancianos sacerdotes advirtieron a los demás, para que construyeran navíos para rescatar a sus familias, enseres, armas e implementos y poner en dichas barcas a todo el ganado con el fin de poder flotar navegando cuando las aguas se desbordaran. Y esto fue lo que finalmente sucedió. Con un aterrador rugido, se derrumbó el dique natural; “...y fueron abiertas las cataratas de los cielos”, dice la Biblia, y el agua se desbordó en un torrente doscientas veces mayor que las cataratas del Niágara, a razón de ciento ochenta Km cúbicos por día. Fueron cincuenta trillones de toneladas de agua cayendo en cascada hacia el valle, arrasando Chatal Huyuk y destruyendo todo a su paso[12]. No hay maneras de saber si este torrente duró cuarenta días y cuarenta noches, pero el catastrófico evento quedó profundAménte grabado en la memoria de los pocos sobrevivientes por lo cual se conservó la narración durante muchas generaciones, incluyendo los anales de Gilgamesh. Ut-Napishtim, hijo del dios Ea, fue premiado por su fidelidad durante el diluvio y fue transportado a las desembocaduras del río. Fue este evento lo que dio origen al Mar Negro cuyas aguas poseen una salinidad diferente del agua de mar y del agua dulce del lago original. Las imágenes del sonar muestran clarAménte el contorno de un pequeño lago tal vez no mayor de un quinto de la extensión del Mar negro, bajo el lecho cenagoso del fondo incluyendo los deltas de los ríos que lo alimentaban, y que hoy descargan en el Mar Negro. Los perfiles del sonar dibujaron con nitidez los montículos (tills); y las excavaciones en el fondo del mar arrojaron restos de conchas de crustáceos y moluscos de agua dulce junto con restos de vasijas de cerámica, implementos, anzuelos, herramientas, puntas de flechas, etc.

En agosto de 1.999 Ryan y Pitman realizaron un viaje por las oscuras aguas del Mar Negro utilizando un buque explorador bien equipado incluyendo un submarino-robot con potentes luces de sodio, en una expedición al mando del explorador Robert Ballard de la Foundation for Marine Research (conocido en todo el mundo por su descubrimiento del naufragio del Titanic pocos años antes). Entre las cosas que descubrieron una en particular causó revuelo en todo el mundo científico: en el lecho marino se puede ver con nítida claridad el casco de un gran navío erecto y sumergido casi hasta la borda en el cieno, a unos doscientos metros de profundidad. Sobresalen solo los extremos de las vigas, travesaños y largueros del casco y se aprecia su enorme mástil erecto, incluyendo la cuerda utilizada para atar las velas en su extremo más elevado. Aparentemente la balanceada salinidad ha conservado esos restos en tan excelente estado. En el 2.002 continuarán su exploración, esta vez excavando el cieno para llegar hasta los restos del navío. Sería ridículo afirmar que ese navío es el Arca de Noé, pero una embarcación similar a esta debió haber sido la embarcación que Ut-Napishtim construyó para salvar su ganado y su familia de la inundación siguiendo las instrucciones recibidas de los sabios afirmando que era la voluntad de Dios. Quizás llovió esa vez durante muchas noches pero no fue la lluvia sino el deshielo lo que precipitó el derrumbe y la inundación. Aún hoy se pueden ver restos del éxodo de aquellos pobladores y todo lo que dejaron atrás.









-IV-
Abraham,  Sara y el Faraón

El Judaísmo, el Cristianismo y el Islam consideran a Abraham como su patriarca. Los musulmanes lo llaman Ibrahim, y tal vez tenga relación con la palabra Ibrim término plural hebreo que significa precisAménte ‘hebreos’. La Biblia no nos dice mucho sobre su origen. Solo que “...nació en Ur de Caldea”. Ur era para ese momento un puerto de Mesopotamia, pero los Caldeos no llegaron a la región sino más de mil años después del tiempo de Abraham, quien de acuerdo a la mayoría de los estudiosos bíblicos nació en el 2.100 a. C. El investigador de la National Geographic, Tad Szulc recorrió la región donde estaba Ur, en busca de pistas sobre dicho personaje sin éxito. “Abraham está más allá de toda recuperación” dice el arqueólogo Israel Finkelstein de la Universidad de Tel Aviv. “Sin prueba alguna de la existencia del patriarca, la búsqueda de un Abraham histórico es aún más difícil que la búsqueda de un Jesús histórico”. Hoy se conservan cientos de tabletas y cilindros de arcilla de la época, escritos en lengua cuneiforme; “Tenemos muchos archivos del siglo XIX a. C.” dice el Prof. G. Michalowski, editor de la “Gaceta de Estudios Cuneiformes” en Irak; “Solo una pequeña parte de la población sabía leer y escribir. Si Abraham era uno de los alfabetizados, significa que habría sido educado en casa de un sacerdote o de un funcionario, que lo habría instruido en una amplia gama de materias como idiomas, aritmética y contabilidad; pero sobre todo habría estado educado en la cultura Sumeria”. Sin embargo ninguno de los escritos menciona a Abraham o Ibrahim.

Tad Szulc nos dice que: “Para quienes escribieron las Sagradas Escrituras el concepto de tiempo era tan elástico que la historia de la familia de Abraham carece por completo de credibilidad”. Se sabe p. Ej., que el camello, que menciona el Génesis con tanta frecuencia en ese período, no fue domesticado sino mucho después del año 950 a. C. Sobre esta base Finkelstein afirma que la forma de vida reflejada en la historia de Abraham corresponde a un período muy posterior al año 2.100 a. C. “Si existió un Abraham histórico o no, no lo puedo asegurar, pero gran parte de la realidad de Abraham en el Génesis debería de ubicarse probablemente en el siglo VII a. C.”. Abraham aparece en la Biblia como hijo de Téraj, pero Omar Farukh Harman, arqueólogo de la Universidad de Marmara, Turquía, advierte que “Téraj, casi con certeza, no es nombre de persona, sino de un clan o de un pueblo al norte de Turquía, no lejos de Jarán”. Algunas de las leyendas sobre Abraham aseguran que el patriarca, “...se desarrolló en un día, lo que cualquier bebé ordinario lo hace en un mes, y al mes de nacido parecía de doce años”. Otra leyenda afirma que “El rey Nimrod mandó a quemar a Abraham, pero por intervención de Dios surgió un estanque que extinguió el fuego y los leños ardientes se convirtieron en valientes peces que lo salvaron”. En Sanliurfa, Turquía, de donde viene la leyenda, existen hoy en día dos grandes estanques donde nadan carpas sagradas, a las cuales los turistas les arrojan migajas de comida para peces que venden en el lugar. “Quien coma de las carpas de Abraham, quedará ciego”, se advierte[13].

Hay otro episodio peculiar en la historia bíblica del patriarca, donde Sara, su esposa, una mujer menopáusica y aún sin hijos le dice a Abraham que tenga un hijo con Agar su esclava Egipcia, quien pronto le da un varón. Su nombre es Ishmail (Ismael). Sara no había dado hijos a Abraham, pero a ninguno de ellos parece importarle esta esterilidad durante toda su juventud, pues vemos que ofrece su esclava a Abraham recién a los 76 años. Sara pronto daría a luz a otro hijo, Isaac, luego de mucho escepticismo por su edad avanzada. Pero la ley en que la señora de la casa ofrece su esclava al marido cuando ella no pudiese tener hijos proviene de muchos siglos antes: El Código de Hammurabi[14], Rey de Asiria, el más antiguo conjunto de leyes encontrado hasta ahora, tallado en una estela de diorita negra de 1,80m de altura, y que reposa en el Museo Británico, dice en su precepto Nº 146:

“146. Si un hombre toma una esposa y ella le da a su sierva como esposa, y ésta le da hijos, entonces esta sierva asume igualdad con la esposa, porque le ha dado hijos, su señor no la venderá por dinero, pero puede conservarla como esclava, reconociéndola entre las siervas”.

De acuerdo a la Biblia, Dios se aparece en Siquén a Abraham, y le dice: “A tu descendencia he de dar esta tierra”. No es nueva tampoco esta dádiva celestial; en un texto cuneiforme de Persia en la época de Zoroastro, anterior a 2.800 a. C. aparece la siguiente inscripción:

“Arsames el Rey dice: AhuraMazda (Ormudz), gran dios, el más grande de los dioses, me hizo rey. Me otorgó la tierra de Persia, con buena gente, con buenos caballos. Por el favor de AhuraMazda, yo tomo esta tierra, que AhuraMazda me proteja, y a mi Casa Real, y que proteja a esta tierra que he recibido”[15].

Esto sugiere que los Habiru tomaron de los Persas, que ya era un poderoso imperio cuando aquellos eran aún tribus nómadas, la costumbre de que las tierras que conquistaban eran otorgadas por Dios al conquistador y por eso la vemos aparecer en sus escritos como promesa de Dios a Abraham. Los Persas, mucho antes de Abraham, consideraba que junto con el triunfo en una batalla Dios otorgaba la tierra porque era Dios quien daba la victoria, ya que antes de cada batalla hacían una invocación a AhuraMadza (Júpiter) y le ofrendaban sacrificios en un altar que se levantaba específicAménte con ese fin. Los enemigos igualmente ofrendaban sus sacrificios y Dios otorgaba la victoria a quien Él quería que quedase en posesión de las tierras, por su valentía, sinceridad y espíritu de justicia. En la narración Bíblica leemos que Abraham “...edificó allí un altar a Jehová (Yahveh)”, lo cual confirma que la tradición es de origen Persa.

Cuando el equipo de National Geographic preguntó al Dr. Manfred Bietak, presidente del Instituto de Egiptología de la Universidad de Viena: ¿Qué dicen los restos arqueológicos egipcios acerca de Abraham?, este responde: “AbsolutAménte nada… ...es como si Abraham nunca hubiese puesto un pie en el Delta (del Nilo). Esto es sorprendente para un individuo cuya esposa llegó a ser una de las concubinas del Faraón, según la Biblia, a quien Dios castigó con numerosas plagas por su pecado. Es aún más sorprendente en un imperio como el Antiguo Egipto, que se destacaba por conservar minuciosos detalles del movimiento de su gente, de los artesanos, de los esclavos y de los extranjeros para mantener registro preciso de los tributos. Para darnos una idea de lo detallado del control egipcio de todo lo que sucedía en su nación veamos una tableta de arcilla de diecisiete cm. de ancho por doce de alto, conservada en el Museo Egipcio de El Cairo. La tableta relata que “...de la casa de Homentheb dos esclavos escaparon ayer, pero fueron apresados hoy en la noche”.

El evento más peculiar en la narración de Abraham es el episodio en que Saraí es presentada al Faraón como su hermana: “Mira yo se que eres mujer hermosa. En cuanto te vean los Egipcios, dirán ‘es su mujer’, y me matarán a mi, y a ti te dejarán viva. Di por favor que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y viva yo gracias a ti” (Génesis 12:11-13). Resulta extraña esta narración, pues un Faraón en Egipto no tenía ni la costumbre ni la necesidad de matar al esposo para tomar a una hermosa mujer. Un Faraón podía tomar la mujer que le apeteciera y llevársela a su harén sin preguntar. De hecho era un honor para cualquier familia, sobre todo extranjera, que el Faraón pusiese la vista en alguna de sus mujeres, casadas o solteras, porque eso aseguraba regalos y privilegios a la familia. Por otra parte Saraí tenía setenta y seis años, según la Biblia, por lo cual no parece probable que a esa edad resultara una mujer de porte muy seductor para un gobernante joven con poder sobre todo el Imperio Egipcio, y acostumbrado a recibir decenas de doncellas de todas partes del vasto reino. Otro detalle extraño es que Saraí da a Abraham una esclava Egipcia para que se acueste con él y le de hijos. Pero parece poco probable que Abraham, miembro de una pequeña tribu extranjera, tuviera esclavos y menos aún provenientes de Egipto. Sería como decir hoy en día que una familia inmigrante mexicana radicada en California tuviera criados norteamericanos. Por el contrario, era Egipto la nación que tomaba esclavos de entre todos aquellos pueblos conquistados, y es evidente que la tribu de Abraham jamás conquistó a Egipto. En la culminación de este episodio, “Jehová hirió al Faraón y a su casa con grandes plagas por lo de Saraí, la mujer de Abraham”.  No podemos explicarnos por qué el Dios de Israel castiga a un Faraón por seguir sus costumbres de tomar a una mujer extranjera que, según todo lo que el sabe y lo que dice su acompañante, es solo su hermana.

De acuerdo a la Biblia el símbolo del pacto de Dios con Abraham es la circuncisión. Por ella los judíos son judíos, y ninguno que no la haya realizado puede llamarse realmente judío. Incluso, era por medio de una inspección médica para detectar la circuncisión que los nazis descubrían a los judíos en Alemania. Dice la Biblia: “Circuncidareis, pues, la carne de vuestro prepucio y será por señal del pacto entre mi y vosotros” (Gen. 17: 11). Pero la circuncisión no es una práctica Judía, ni ese llamado pacto con Dios es una práctica original. Herodoto, historiador Egipcio nos lo aclara así:

“...solAménte los cólquidos, egipcios y etíopes, de todas las razas de hombres, han practicado la circuncisión desde el principio. Los fenicios y los asirios que moran en Palestina, confiesan que la aprendieron de los egipcios, y los asirios de cerca del río Thermonon y el río Parthenios, y los macronios, que son sus vecinos, dicen que la aprendieron de los cólquidos. Estas son las únicas razas de hombres que la practican en la misma manera que los egipcios. De los egipcios mismos, sin embargo y de los etíopes, no soy capaz de decir quien la aprendió del otro, puesto que es una muy antigua costumbre, pero las otras naciones la aprendieron de su relación con los egipcios. Esto, entre otras cosas, es para mi sólida prueba, es decir, que aquellos de los fenicios que han tenido relación con Hellas (Grecia) dejan de seguir el ejemplo de los egipcios en este asunto, y no circuncidan a sus hijos[16].

José es un personaje bíblico quien, a pesar de la admonición en Deuteronomio en contra de los agoreros, magos y adivinos, se destaca por su capacidad para interpretar sueños. El trabajo de interpretación, como lo hace José no es más que un psicoanálisis. José no recibe a un ángel de Dios que le da un mensaje hablado en lengua aramea ni en egipcia. José es, para el Faraón, lo que hoy en día sería un psicólogo. Toma las imágenes de los sueños, desglosa el simbolismo y estructura la interpretación. Ese es el lenguaje de Dios a los hombres. Esto lo practicaban los egipcios y los persas, esto lo estudiaban los sacerdotes y adeptos y es esto lo que hace que José destaque entre sus contemporáneos. Sin embargo José no es gobernador de Egipto, como dice la Biblia, sino muy probablemente el gobernador Egipcio de la provincia de Ur-Salem (Jerusalem) de nombre Ab-Yotheph (Josef), bajo el reino de Aken-Athon, que aparece mencionado en la correspondencia real de miles de tabletas de arcilla conocidas como las “Cartas de Tel-El-Amarna” las cuales reposan hoy en el Museo de El Cairo. De hecho Jacob su padre fue enterrado, por órdenes de José, según el rito funerario egipcio. La misma Biblia nos lo dice: “Y mando José a sus siervos los médicos a que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Jacob”, (Gen. 50:2).

La Biblia nos reseña en el primer capítulo del Éxodo que “Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y le dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros”. Pero Israel era una pequeña comunidad en el vasto imperio egipcio; jamás en toda la historia llegó a ser más grande y más fuerte que Egipto. Esto lo notamos cuando vemos el mapa del imperio de ese momento, que abarca desde la cuarta catarata del Nilo cerca del actual Sudan y Nubia, hasta Siria y Anatolia. Pero en el siguiente versículo el autor revela la realidad cuando dice: “Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, el también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra” (negrillas nuestras), Éxodo 1:9-10. Esta frase revela con claridad la situación verdadera de los israelitas: una tribu bajo el yugo Egipcio cuyo gobernador temía que fuesen a unirse con los disidentes (probablemente los Hyksos) y fueran a salir de Egipto dejando de contribuir con sus impuestos a las arcas egipcias. Aquí notamos clarAménte que el autor del texto, cuando habla de Egipto se refiere a la provincia egipcia local y no al imperio. Y es probable que la comunidad israelita haya alcanzado una población respetable como para Aménazar a gobierno local, lo que equivaldría hoy a una alcaldía. Estos colonos rebeldes tratan de zafarse del control del imperio, y así liberarse del rígido sistema colonizador. Notamos también, al compararlos con los gitanos, los tuareg, los lapones y los beduinos, (comparación que resulta sacrílega para algunos judíos), que las tribus nómadas están habituadas al ir y venir por la tierra sin pagar impuestos, sin cumplir más que sus costumbres errantes y cubrir sus necesidades diarias. Tal como lo demuestra Jacob Bronoski en la extraordinaria serie de la BBC, “El Ascenso del Hombre”, solo al hacerse sedentaria puede una tribu o congregación desarrollar ampliAménte tecnología, ciencia, historia, arte, etc. Y para muchas tribus nómadas asaltar caravanas era una manera legítima, incluso heroica, de obtener utensilios, agua, comida y armas; y a sí lo hicieron por mucho tiempo. Era esta idea primitiva de libertad lo que anhelaban recuperar los hebreos, para celebrar sus ritos, practicar sus cultos y obtener su pan sin rendir cuentas más que bajo sus propios términos de justicia y ley, tal como el mismo Éxodo lo expone en su paso por el desierto hacia la tierra prometida. Sin embargo, y paradójicAménte, al hacerse sedentarios lograron desarrollar el poderoso clan que se convirtió en corto tiempo en una potencia regional por el simple procedimiento de constituir un círculo cerrado político-religioso-económico con estrictos filtros, severos y rígidos consejeros, y fanáticos legisladores. Y así se conservan aún hoy cobijando a una cultura de impresionante poder de conquista, no tanto a nivel geopolítico sino en la economía y en la comunicación.


 




-V-
Moisés y Sargón  salvados de las aguas

La narración bíblica del origen de Moisés es bien conocida: “Un varón (desconocido) de la familia de Leví  fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió y dio a luz a un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a orilla del río... ...Y la hija del Faraón descendió a lavarse en el río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella una arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. Y cuando la abrió, vio al niño... ...y le puso por nombre Moisés, diciendo: porque de las aguas lo saqué”, (Gen. 2: 1-10).
Moisés en Egipcio es Moses y en Hebreo Moshe, pero Moses no es un nombre, es un sufijo que significa “nacido de” ó “hijo de”. Es igual que bar en hebreo: bar Kokhba, hijo del Martillo, bar Leví, hijo de Leví. Tal como Mac en Escocia: Mac Farley, hijo de Farley, Mac Intosh, hijo de Intosh. De allí provienen los nombres egipcios Thuth-m-ses, hijo de Thoth, Ra-m-ses, hijo de Ra, Ah-m-ses, hijo de Aha, etc. Si la hija del Faraón le puso Moses, significa que se desconocía al padre.

La leyenda de Sargón, poderoso Rey de Acadia, fundador de la notable táctica militar de Mesopotamia, grabada varios siglos antes de Moisés en una tableta de arcilla en escritura cuneiforme que data del año 2.334 a. C. nos dice:

“Soy Sargón, el poderoso rey de Agade.
Mi madre fue bastarda, mi padre no lo conocí
Los hermanos de mi padre amaban las colinas.
Mi ciudad es Azupiranu, que está situada en las riberas del Eufrates.
Mi bastarda madre me concibió, en secreto me parió.
Me colocó en una canasta de juncos, con betumen selló la cubierta.
Me lanzó al río que no me llegó a cubrir,
El río me sostuvo y  me llevó hasta Akki, la aguadora,
Akki la aguadora me levantó mientras sumergía su cubo.
Akki la aguadora (me tomó) como su hijo.
Akki la aguadora, me nombró su jardinero.
Mientras era su jardinero, Ishtar (Venus) me dio (su) amor,
Y por cuatro y (...) años ejercí reinado,
A la (gente) de cabello oscuro goberné;
Poderosas montañas con hachas de bronce conquisté.
Las elevadas tierras escalé,
Las bajas tierras crucé,
Las tierras de mar circundé tres veces... "

La narración[17] refleja las costumbres acadias de lo cual se concluye que una madre soltera tenía pocas probabilidades de sobrevivir. Como doncella podía aspirar a casarse, ser ama de casa, o a trabajar en el campo, pero sin marido esto era poco probable. Por eso las madres solteras escondían a los hijos o los abandonaban donde pudieran hallarlo quienes pudiesen cuidarlos y mantenerlos. Aquí deducimos que el escriba del Génesis tomó de esta narración los rasgos principales, pero quedó la confusión respecto al nombre del niño. Para ser consistente con las reglas de la gramática egipcia ha debido llamarse Neh-moses, o Neh-e-moses: “Hijo del agua”.

Moisés sacó a los Hebreos de Egipto, según la Biblia, para llevarlos a la tierra prometida, en una odisea de cuarenta días, cruzando el Mar Rojo (en el arameo original de la Biblia se llama “Mar de los Juncos” o “Mar de los Junquillos”), perseguido por el Faraón con cientos de carruajes y miles de soldados, sin embargo no aparece en los anales y registros de Egipto mención alguna de una campaña de persecución contra más de un millón de esclavos fugitivos hebreos, israelitas o cananeos en ninguna época, ni hay dato alguno de algún drástico cambio en la economía de producción de granos y ganado en época alguna producto del éxodo de un millón de trabajadores.

Algunos críticos aseguran que los Egipcios no eran dados a registrar sus derrotas y quizás sea cierto, pero el descenso en la productividad de alimentos y por lógica, de materiales de guerra por la fuga masiva de más de un millón de trabajadores tendría que dejar huellas profundas registradas, si no por los egipcios, por sus enemigos y vecinos. Sin embargo unas operaciones aritméticas sencillas nos dirán que esa enorme cantidad de personas necesita más de trescientas hectáreas para agruparse en un círculo. Si marchan en columnas de treinta personas de ancho, se necesitan de cuarenta y ocho a cincuenta y dos kilómetros para recorrer la caravana de punta a punta. Quienes han estado en la playa saben lo lento que resulta caminar sobre arena húmeda; con la presencia de los niños y ancianos, incluyendo las paradas para comer y dormir, la velocidad máxima promedio no pudo haber pasado de cuatro a cinco Km./día, suponiendo incluso que en el fondo del mar hubiera solo arena húmeda plana, sin la montañas sumergidas ni los cañones ni barrancas que captan allí las imágenes de satélite. Manethon calculó el rendimiento de los robustos remeros griegos, y escribe que para cruzar el Mar Rojo se necesita un hombre fuerte remando sin parar durante cuarenta días; es decir, ¡quinientas sesenta horas continuas! Sabemos que el mar tiene en su parte más angosta más de ciento sesenta kilómetros, de manera que nos es difícil imaginar cómo más de un millón de personas lo pudieron cruzar, húmedo o seco en una semana.

La narración más parecida al éxodo que ha sido encontrada por los arqueólogos después de más de ciento veinte años de excavaciones en Egipto y el desierto, aparece en las ya mencionadas Cartas de Amarna, y se refiere al destierro de un grupo de ochenta mil esclavos rebeldes Habiru y Hyksos incluyendo un número de leprosos y otros enfermos infectados de enfermedades que los egipcios desconocían, los cuales eran protagonistas de frecuentes rebeldías. Estos problemáticos colonos, bajo el liderazgo de un carismático sacerdote de su secta, narra la tableta, presentaron una fuerte resistencia para evitar ser desterrados de Egipto, lo cual requirió la intervención del Faraón y del gobernador de la provincia con ejércitos bien equipados. Fueron empujados al destierro más allá de las fronteras de Egipto, cruzando en la parte más llana de lo que hoy es el Canal de Suez y siguieron en caravana hacia el desierto del Sinaí con sus familias y sus posesiones, pero las tablillas de arcilla no dicen si se dirigieron a Palestina o a Canaan[18].

Encontramos en los textos bíblicos un esfuerzo por resaltar que ciertos personajes (José, Abraham, David, Moisés etc.) se elevaron de su condición humilde hasta las mayores alturas de la realeza. En las genealogías de Adán, de Noé, de Abraham etc., nos presentan una larga lista: “...y Abraham engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob... etc. La lista a veces se hace tediosa y nunca nos enteramos cual es su objeto. Pero cuando leemos la genealogía del rey Darío de Persia, el poderoso monarca cuyo imperio abarcaba toda Mesopotamia[19], descubrimos lo que parece ser una fuente anterior:

“Yo soy Darío el Gran Rey, Rey de Reyes, Rey de Persia, Rey de naciones, hijo de Hystaspes, nieto de Arsames, el AcAménio.

“Darío el Rey dice: mi padrfe fue Hystaspes; el padre de Hystaspes fue Arsames; el padre de Arsames fue Ariaramnes; el padre de Ariaramnes fue Theyspes; el padre de Theyspes fue AchAménes.

Darío el Rey dice: por esta razón se nos llama AcAménios. Desde hace mucho tiempo hemos sido nobles. Desde hace mucho tiempo nuestra familia han sido reyes.”

Luego de leer este texto la estructura genealógica hebrea en la Biblia luce prestada; ciertos árboles familiares parecen genuinos, pero falta la coletilla que justifica la letanía, de que han sido nobles de cuna desde mucho tiempo. Esto tiene sentido al considerar que los Habiru se hicieron sedentarios y se civilizaron bajo el yugo Egipcio. Incluso las profecías de resurrección que anuncian los Profetas, con el advenimiento del “Reino de Dios” son precedidas por el “Bundahishn del conocimiento en el Zend Avesta” de Zoroastro en Persia[20], el cual hallaría su camino cientos de años después hasta los Profetas de Israel y el Apocalipsis:

1:21. “El (AhuraMazda, Ordmudz) también mostró al espíritu maligno Su propio triunfo al final, y la impotencia del espíritu maligno, la aniquilación de los demonios, y la resurrección y existencia futura sin molestias, de todas las criaturas, eternAménte y por siempre”

Moisés menciona en el Éxodo ciudades por nombres que se usaron varios siglos más tarde, tales como Bethel (Luz) y Hebrón (Cariath Arbe). Habla de pueblos que no habían llegado aún a sus tierras, tales como los cananeos y los filisteos (philistines) de quienes descienden los actuales palestinos. En el Génesis 36:31 se habla de un reino de Israel quinientos años antes de que se constituyera el primero de esos reinos y se menciona un censo y un impuesto en el templo y el uso de monedas que recién se acuñaron por primera vez en el reino de Lidia, setecientos años después. Los israelitas vivieron esclavos en Egipto más de cuatrocientos años, según las escrituras, pero no hay registros en los jeroglíficos egipcios que mencione que Egipto tuvo una colonia de un millón de judíos por cuatrocientos años a pesar de que se han hallado centenares de papiros egipcios que detallan minuciosAménte los sucesos en la vida de las comunidades y registros de colonias mucho más pequeñas, con sus pagos de tributos minuciosAménte contabilizados, cientos de inscripciones en templos y monumentos de todas partes del imperio. Setenta personas salieron de Egipto en el tiempo de José (Gen. 46: 27), y luego de apenas tres generaciones surgieron casi dos millones (Exodo 12: 37). El hijo de Machir, nieto de José nació cuando José aún vivía, y aún así toma parte en el Éxodo, en la conquista de Canaan e incluso en su asentamiento en la Tierra Prometida. (Gen. 50: 23, Num. 32:39, Joshua 13: 31, 17: 1; Exodo 6: 16-20). Para que esto sea cierto y el período de andar errantes en el desierto sea de cuarenta años, el período de esclavitud no pudo haber sido de más de cuarenta años también.

Hay que tomar en cuenta que Egipto era un imperio tan poderoso ayer como lo son los Estados Unidos hoy. Las condiciones que disfrutaban los colonizados era como las que disfrutan los protectorados norteamericanos actualmente: educación, servicios médicos y sociales, tecnología, protección militar y justicia con mayor o menor discriminación. Es comprensible que los hebreos no estuvieran interesados en perder esos privilegios aunque les molestaran los numerosos impuestos que debían pagar y el régimen de sometimiento que tenían que cumplir. Los hebreos vivieron esa contradicción durante su estadía en Egipto: debieron trabajar como esclavos y pagar impuestos al igual que las demás tribus seminómadas y disfrutar de los beneficios de ser una colonia egipcia, pero a la vez querían dejar de pagar impuestos y ser social, religiosa y políticAménte independientes; es decir querían establecer una nación dentro de otra nación, lo cual ha sido durante siglos la principal queja de todas las demás naciones sobre su estilo de vida.

La arqueóloga Kathleen Kenyon excavó en Palestina en 1.955 y halló, en tiempos del Reino Medio de Egipto, que Jericó estaba en su apogeo como ciudad y fortaleza. La Edad de Bronce Intermedia fue quizás el período más próspero en toda la historia de Palestina. "Se hallaron murallas de una bancada maciza cubierta de piedra, parte de un sistema de defensa, pero la ciudad fue incendiada, destruida y dejada en ruinas". La capa gruesa de material quemado sobre las construcciones de la Edad de Bronce es la capa superior, lo cual indica que la ciudad había dejado de existir antes de la presunta invasión de Josué. Algunas famosas e importantes batallas, como la de Meggido (de donde surgió el mito de Ar-maggedon), la de Lachish y la de Kadesh, cuyos restos arqueológicos y datos históricos están bien conservados, no aparecen siquiera mencionadas en la Biblia.

A pesar de las numerosas excavaciones realizadas no hay restos de ningún tipo de una ciudad parecida a Jerusalem en el 1.500 a. C. La población más grande encontrada fue una aldea de seminómadas situada cuarenta Km. al oeste en el valle de Lachish que no pasaba de mil habitantes. Luego de una gran sequía que asoló a la región de Palestina cerca del año 1.000 a. C., el clima mediterráneo volvió gradualmente a florecer; esto lo confirman abundantemente los análisis de suelo, los estudios estratigráficos de los árboles, las excavaciones arqueológicas y los escritos y jeroglíficos de la época. La recuperación del clima llevó a ciertas tribus prósperas de mercaderes a colonizar la región y a partir de entonces se construyeron torres de observación y fortalezas para controlar a los nómadas y el comercio. Esto llevó a los Habiru, muchos de ellos mercenarios, a establecerse, a cultivar la tierra y pastorear ganado. Así se fundó Ur-Salem (Salem) primero como un campAménto; pues el centro de comercio y cruce de viajeros provenientes de todas partes, como resultado de la prosperidad surgida era entonces Lachisch. Lachisch prosperó hasta que los egipcios se tuvieron que replegar ante el avance de los asirios. Estos atacaron la ciudad y la arrasaron hasta sus cimientos en el año 701, dejando de lado la colina de Ur-Shalim con el campAménto (donde ahora se ubica la mezquita de Al-Aqsa y el Muro de los LAméntos). Debía tener escasa importancia político-militar aquel grupo de campAméntos y chozas de adobe, de lo contrario la habrían arrasado también. De allí la población evolucionó convirtiéndose en la actual Jerusalem heredando el papel de centro de comercio y tránsito de la región. Es por lo tanto poco probable que David la hubiese establecido como capital del reino de Israel en el período que menciona la Biblia.

La mayoría de estas pintorescas narraciones bíblicas son collages de ancestrales leyendas y es la materia prima de la cual las tribus Habiru del Valle de Jezreel forjarían su historia, su genealogía y su cultura como los hebreos del reino de Israel. El problema surge cuando estas leyendas se quieren presentar como hechos históricos pues no calzan con las evidencias.
 



 




-VI-
El Rey Salomón  y  Aménhothep  III

La  "Edad de Oro" que registra la Biblia se extiende durante 40 años del reinado de David y otros 40 años del reinado de Salomón, cada uno reinando por una generación. Estos reyes famosos vivieron alrededor del año 1.000 a. C., según las escrituras, sin embargo los arqueólogos no han podido encontrar fortalezas, ni palacios ni barracas, ni depósitos, ni piletas, ni pozos, ni acueductos, ni panaderías, ni cerámica, ni alfarería de barro, ni siquiera restos de hogueras, ni de hornos, ni un solo ladrillo de tan fastuosos reinos. El reino de Salomón, según la Biblia, se extendía desde Egipto hasta Anatolia por el norte, y hasta Mesopotamia y Arabia por el este. No ha sido hallado ni un solo vestigio de tan vasto imperio ni a través de excavaciones ni en el análisis de textos antiguos escritos en pergamino o en piedra. Ni Salomón ni David aparecen jamás en las correspondencias de reyes extranjeros, ni en tabletas de piedra o arcilla, ni en los abundantes monumentos triunfales y conmemorativos hallados, a pesar que se han encontrado registros de casi todos los reinos y reyes grandes y pequeños de ese período. Es difícil imaginar que un pueblo tan celoso de su historia no hubiese dejado inscripciones ni monumentos conmemorativos de los triunfos, batallas y conquistas de esos reinos. El más grande de los proyectos de Salomón, el del Gran Templo, debió haber tenido fundaciones monumentales. Pero por más profundo que se ha excavado en todo el lugar nada se ha descubierto; ni un solo ladrillo, ni un adobe. Muchos cristianos y judíos piensan que El Muro de los LAméntos, al pie de la Mezquita Al-Aqsa en el montículo del Templo en Jerusalem, donde nos muestra la TV con frecuencia a los judíos inclinando sus cabezas en oración, es una ruina del Templo de Salomón. Pero estos son los restos del Templo de Herodes, construido mil años después del llamado reino de Salomón, poco antes de que naciera Jesús, tal como lo dice la misma Biblia. Sabemos que Jerusalem creció desde el 650 a. C., alcanzando en el 495 a. C., una población de unas 25.000 personas. Según la Biblia se construyó el primer templo en ese período, pero no se ha hallado ningún resto arqueológico del mismo. Todas las evidencias descubiertas hasta ahora señalan hacia lo que los hebreos llaman el “segundo templo”.

Según la Biblia Salomón heredó un vasto imperio que se extendía desde el Nilo hasta el Éufrates. Acumuló gran riqueza y sabiduría. Estableció una estructura administrativa basada en un sistema de 12 distritos o provincias. Poseyó un gran harem que incluía a la hija del Faraón. Honró otros dioses en su vejez y dedicó su vida a la construcción de grandes proyectos, entre ellos:
-   El Templo,
-   El Palacio Real,
-   Las Murallas de Jerusalem,
-   El Gran Relleno de Millo,
-   las ciudades de Ar-Meggiddo, Hazor y Gezer,
-   las ciudades graneros,
-   las ciudades para sus carruajes por todo su reino (1 Reyes 1:32-40).

Para ser consistente con las culturas de la Edad de Bronce y de Hierro del antiguo Medio Oriente, se esperaría que hubiese numerosos registros, tabletas, obras de arte y artesanía o inscripciones en monumentos públicos u obeliscos, o estelas de piedra de tan grande Rey o de sus sucesores en su honor. Pero jamás ha sido hallado un solo artículo, ni registro, ni objeto, ni monumento con su nombre. En las excavaciones en Hazor, Meggiddo y Gezer; se encontró solo un calendario agrícola en arameo[21], y se hallaron templos, enormes palacios, fortalezas etc. El nombre de Salomón no aparece en ninguno de ellos; sin embargo numerosos escarabajos, utensilios y vasijas con el cartucho y con los sellos de Aménhotheph III, Faraón de la XVIII Dinastía y padre de Akhen-Athon, si aparecen con mucha frecuencia. En Jerusalem no se ha podido excavar el Monte del Templo, pero se han excavado los alrededores del templo y en toda la ciudad, y no se han hallado restos del complejo palaciego de Salomón. No obstante las excavaciones en el relleno y los hallazgos arqueológicos en Jerusalem demuestran que la construcción también data de la dinastía de Aménhoteph III. Este Faraón fue conocido en su época como Rey de Reyes y Señor de Señores. Tal como Salomón, heredó de su padre Tuthmoses IV, un vasto imperio que se extendía desde el Nilo hasta el Éufrates, Todo el período de Aménhoteph III fue dedicado a la construcción de vastos proyectos y monumentos. Dos de los más importantes fueron el fastuoso Templo de Luxor, y el gran templo en Jerusalem dedicado a Athon (El Señor). Los hallazgos arqueológicos de este templo muestran evidencias de que se guardaban de cien a ciento cincuenta carruajes en el. La industria metalúrgica también tuvo un desarrollo sin precedentes en Egipto bajo este Faraón con su famoso proyecto de las Minas en Sudan y Nubia de donde se extrajeron grandes cantidades de oro, cobre y otros metales. Una estela de piedra en el mausoleo de Aménhoteph III indica que el templo "...estaba embellecido con oro de un extremo al otro; su piso brillando con plata... ...con numerosas estatuas de granito, cuarcita e incrustadas de piedras preciosas". El relieve que relata la lista de materiales utilizadas en el templo es también sorprendente: "...3,25 toneladas de electrum (aleación de plata y oro), 2,5 toneladas de oro y 944 toneladas de cobre..." Tal como se menciona de Salomón, Aménhoteph era insaciable en la búsqueda de mujeres para su amplio harem, especialmente hermosas mujeres extranjeras tanto de sangre real como doncellas de origen humilde. En su harem tenía dos princesas de Babilonia, dos de Siria, dos de Mittani, e incluía una princesa de cada una de las siete naciones, tal como menciona en referencia a Salomón la Biblia en 1 Reyes, 11: 1. Además fue Aménhoteph III quien inició el culto monoteísta a Athon que sería luego asimilado como Adon o Adonai (Señor, o El Señor) por los hebreos. Son demasiado numerosas las coincidencias para incluirlas aquí, pero las evidencias parecen indicar que la historia de Salomón es un recuento adaptado de la historia de Aménhoteph III[22].






-VII-
Los Mandamientos  de Hammurabi

En la estela de piedra del Código de Hammurabi los persas indican 2.500 años antes del nacimiento de Cristo, que un pacto, acuerdo o contrato (la palabra Persa y Egipcia para ‘contrato’ es la misma que para ‘pacto’ o ‘acuerdo’), se escribía en una tableta de arcilla, se corregían y enmendaban mientras estuviese fresca la arcilla, pero una vez establecidas las condiciones definitivas y fijado el acuerdo, se marcaba el sello de los contratantes con un cilindro de piedra y se cocía al horno. Los datos quedaban fijados sin posibilidad de corregirlos. Si por alguna razón alguna de la partes violaba una de las condiciones del trato, este se rompía tal como rompemos las hojas de papel de un contrato hoy día. Lo primero que llama la atención de esta hermosa estela de piedra de 1,80m de altura es que en la parte superior del relieve aparece Dios desde el cielo entregándole a Hammurabi las leyes en unas tabletas para que las lleve a su pueblo. En esta inscripción dice el rey:

"...Yo soy el Pastor de Salvación... ... Hammurabbi, rey de Justicia a quien Dios entregó la Ley... "

Y más adelante en el precepto Nº 34:

"34.-...y la tableta de su pacto (acuerdo, contrato) se romperá como signo de ser declarado inválido..."

Sin duda que el acto de Moisés de romper las tabletas de piedra simboliza el acto de ruptura del pacto de Yahveh con el pueblo Judío. Al romperse las tabletas se canceló el acuerdo, debido al incumplimiento de una de las partes de alguna de las condiciones o cláusulas del acuerdo o pacto, en este caso la adoración del becerro de oro. En los preceptos del Código podemos leer más adelante:

“196. Si un hombre saca un ojo de otro hombre, su ojo será sacado” (Ojo por ojo).
“200. Si un hombre saca los dientes de su prójimo, sus dientes serán sacados” (Diente por diente).

En muchos relieves Persas antiguos aparece Zoroastro, sumo sacerdote de la religión de Ahura Mazda (dios persa del rayo), en la cima de una montaña ante la manifestación de Dios. Cuando caía un rayo en la cima de una montaña se erigía un altar y se adoraba al fuego que se producía y que obviAménte quemaba toda la vegetación circundante. De allí proviene la veneración de los zoroastrianos por el fuego que aún se conserva en Irak. Esa imagen que aparece reproducida en numerosos murales antiguos persas, es llamativAménte similar a la que señala la Biblia como manifestación de Dios a Moisés en la cima del monte Sinaí.

Cuando llega el año II a. C., en Palestina ya hace siglos que los judíos sufren una gran presión. Sobre sus lomos los egipcios, persas y romanos han dejado caer pesados impuestos que llegaron a gravar hasta la cuarta parte de todas sus cosechas, mientras que los sacerdotes corruptos del Templo les exigen también los diezmos. Sus penurias, habían explicado los profetas desde la fundación de su nación, obedecen a las graves trasgresiones de la Torah por parte de los sacerdotes y del pueblo. Todos los profetas estaban de acuerdo en que la falta de apego a la Ley había levantado la ira de Dios, quien les retira su protección permitiendo que los enemigos destruyan al reino. No faltaron sus fuertes recriminaciones a las desvergonzadas mujeres de Israel, por su ligereza, descaro y coquetería. Igualmente criticaron con severidad a los judíos traidores, complacientes ayer con los egipcios y hoy con los romanos, quienes aprovechaban para hacer grandes negocios, y mantener su estatus de poder e influencia. Los profetas arremetieron principalmente contra los Sacerdotes porque saqueaban el dinero de los diezmos, manteniendo al pueblo hambriento y se apropiaban de los selectos animales de sacrificio que ofrendaban los devotos, mientras sacrifican animales impuros, o peor aún, rendían culto a dioses ajenos, como el caso del culto a Mithra, simbolizado por un toro o un becerro, tan extendido entre los judíos en Roma.

Según los profetas de la Biblia estos graves pecados desencadenaron la ira de Dios que acarreó la destrucción del Templo de Salomón, la toma y el saqueo de Jerusalem y el exilio a Babilonia de todos los judíos después de masacrar a los príncipes de Israel. Luego los judíos tuvieron que ver marchar a sus oficiales y funcionarios, niños, ancianos y mujeres, encadenados y ensangrentados en desfile triunfal por las calles de Nínive, con el rey Sedequías a quien le habían sacado los ojos, a la cabeza del trágico cortejo. Pero ahora, en el año IV a. C., después de seiscientos años de esclavitud y represión, luego de varios ilusos intentos de derrocar a los poderosos imperios de Egipto, Persia y Roma hay una opresiva desazón entre todos los judíos. Todos rezan por un milagro, el único contemplado en las escrituras que ofrece una esperanza: la llegada del Mesías para derrotar al odioso Imperio Romano, con sus dioses paganos y sus duros impuestos, para que los libere de la tiranía y pueda ascender al trono de Israel para presidir la era definitiva de paz, abundancia y felicidad con el advenimiento del Reino de Dios, tal como lo anunciaron los profetas. Fue Isaías quien con mayor vehemencia lo había profetizado escribiendo:

“Saldrá una vara del tronco de Isaí y un vástago retoñará de sus raíces... ...juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá a la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Yahvéh como las aguas cubren el mar. ... Yahvéh alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aun quede... y juntará a los desterrados de Israel y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra”. Isaías 11: 1-12.

Pero los judíos no esperan a un profeta, muchos de ellos lo eran, sobre todo los Esenios, ellos esperan a un líder, legislador y gobernante que sepa administrar justicia, que derrote a la opresión, que gobierne con equidad, que termine con los onerosos impuestos y que establezca el Reino de los Cielos y la Nueva Jerusalem. El rey que habría de venir debía estar muy versado en la Ley para poder aplicarla rigurosAménte. Y ese líder los habrá de guiar hacia la salida a la angustiosa situación que viven bajo un imperio que consideran sacrílego e idólatra, y a cuyo rígido dominio deben someter su religión, el fruto de su trabajo y su cultura. Así surgirá de esa situación una corriente sectaria cuyo objetivo inicial era la liberación de la opresión romana, pero que terminaría evolucionando hasta convertirse en una de las más importantes doctrinas de todos los tiempos. Pero el cristianismo, en la cual derivó dicha corriente, que conserva imágenes de sus dioses en Iglesias y casas, practican el ritual de la Misa, la Comunión, y el Bautismo, y confiesan sus pecados a los sacerdotes, predica hoy una doctrina que se parece muy poco a la original que practicó aquella secta de separatistas. ¿Cómo evolucionó el descontento de unos pocos judíos sectarios de hace dos mil años, hacia la gran religión de masas de hoy? Parte de la respuesta la hallaremos en las ruinas del antiguo asentamiento de aquellos separatistas, en Qumram, a treinta y dos Km. de Jerusalem, en una inhóspita y poco poblada región a orillas del Mar Muerto en la cuenca del Jordán, donde los pocos habitantes que merodean hoy en día son milanos, serpientes y las inevitables patrullas Israelíes con sus uniformes caqui.

Los Rollos del Mar Muerto nos indican que los magos y estudiosos de esa comunidad precursora de los Kibutz -Esenios casi con certeza- realizaban precisas y particulares interpretaciones astrológicas de las características fisonómicas y cualidades de carácter de sus miembros. Y sin duda de la misma forma habían podido predecir la llegada de un Mesías. Para cuando nace Jesús los Esenios llevaban unos doscientos años autoexiliados en el desierto sometiéndose a estrictos ejercicios y rituales, con el más fiel apego a la doctrina de Moisés. Se consideraban a si mismos -y así lo escriben en sus manuscritos- como “El Remanente de Israel” del cual habla Isaías, que vendría a redimir a Israel cuando llegase el Mesías. Su opinión respecto a las razones de las penurias de los judíos era similar a la de los profetas. Aseguraban tener la clave para la verdadera interpretación de la Ley de Moisés, y consideraban que en la extrema pureza ritual de su aislamiento, separados de las tentaciones de la Roma Imperial, solo ellos cumplían fielmente la Torah por lo tanto solo ellos recibirían la protección de Dios y por ello estaban destinados a ser los salvadores de Israel. Los sabios esperaban al enviado de Dios bajo los signos de los tiempos, y habían asumido desde el siglo II a. C., su auto exilio en el desierto para “Preparar el Camino del Señor” después de separarse de las dos principales corrientes judías del momento: los Saduceos y los Fariseos. Aquellos son una casta sacerdotal elitesca, cerrada y selecta; y estos son influyentes banqueros, mercaderes, funcionarios y terratenientes. Pero también habían otras sectas rivales menores como los Hasídicos, (Hashidim) minoría intelectual con elaboradas interpretaciones filosóficas o místicas de la Torah, los Sicarios y los Zelotes que eran el “ala dura” de combatientes revolucionarios que buscaban una brecha por donde combatir y destronar militarmente al poder del imperio romano. Cada uno de estos grupos reclama tener la doctrina original mosaica, pero los Esenios fueron reconocidos incluso por los Romanos como los más devotos y apegados a su Ley.

Su secta llegó a tener cuatro mil miembros[23], empeñados en salvar a Israel cumpliendo al pie de la letra con la ley de Moisés y los ritos; se habían hecho expertos en curaciones naturales y cultivaban el don de la profecía entrenándose especialmente para ello en el estudio de la astrología. No se casaban, y en los raros casos en que ya lo estaban, solo sostenían relaciones sexuales con fines de procreación. Creían en la predestinación más que en el libre albedrío y rechazaban toda idea de resurrección del cuerpo, doctrina que posteriormente insertaría la Iglesia en la doctrina cristiana durante el gobierno de Constantino, en el siglo IV d. C. Las exigencias de los Esenios para ingresar a la secta eran severas; había un período de prueba de un año durante el cual el adepto debía demostrar su humildad absteniéndose de dirigirles la palabra a los miembros del grupo, mientras los sabios estudiaban con sumo cuidado su esquema astrológico. A través de este podían deducir la fisonomía y la complexión del solicitante, determinando qué porcentaje de luz poseía su espíritu: “... y sus muslos son largos y esbeltos, sus dedos (de los pies) finos y largos. Este es de la segunda columna. Su espíritu consiste en seis partes en la Casa de la Luz y tres en el Pozo de las Tinieblas[24]. Al momento de su solicitud el aspirante depositaba todos sus bienes en las arcas de la secta, las cuales, a juzgar por lo que indica el Rollo de Cobre albergaban varios millones de dólares en moneda actual. Sin embargo esas posesiones solo eran redistribuidas para la causa cuando el aspirante era definitivAménte aceptado. Luego venían los dos años de aprendizaje, para finalmente ser admitidos a la comunidad con todas las prerrogativas y obligaciones en condiciones muy severas y exigentes. No admitían la conversión de gentiles, como otras sectas judías, por lo tanto cualquier aspirante que no fuese judío por genealogía era tajantemente rechazado (factor de capital importancia en el nacimiento de la nueva secta Paulista como veremos más adelante). Incluso los judíos considerados complacientes con los romanos recibían exigencias claras y estrictas: “Arrepentíos, porque el Reino de Dios está cerca”, de lo contrario morirían como traidores junto con los opresores. Tendrían que probar su fidelidad al Nuevo Pacto, y cumplir la Ley al pie de la letra. Para ellos, sin embargo, ese Reino de Dios tenía implicaciones muy diferentes a lo que hoy entendemos por esa frase.

Los sectarios de esa congregación no se identificaban a si mismos como Esenios, tampoco identificaron personajes, lugares, ni grupos religiosos en sus manuscritos sino que escribieron en claves, para evitar cualquier revelación que sirviera de prueba de conspiración o sedición severAménte penadas por Roma. Por ejemplo usaban el término despectivo “Kittim” para identificar a los romanos; tampoco mencionaban a las personas por su nombre sino que utilizaban apelativos ya conocidos dentro de su movimiento tales como “El Maestro de Justicia” (Moreh ha-Tzadik), el indiscutible líder de la secta, o el “El Calumniador”, el “El Sacerdote Traidor etc., y por supuesto los protagonistas de los eventos diarios: Los Hijos de la Luz (ellos mismos) y Los Hijos de la Tinieblas (los opresores del imperio). Incluso los nombres de ciertos lugares clave eran disfrazados para despistar al enemigo: Qumram, p. Ej., era en ocasiones llamado “Damasco”[25].
Para resumir, la situación en Palestina en el tiempo en que nace Jesús es la siguiente:

- Los judíos están desazonados por muchos siglos de esclavitud y opresión bajo los diferentes imperios (Egipto, Persia, Roma) desde antes de la fundación de su nación.
- Interpretan que la corrupción en el Templo y la flexibilidad en el cumplimiento de la Ley de Moisés es la razón de sus penas, debido a lo cual Dios les ha retirado su apoyo.
- Los intentos de liberarse del yugo imperial han fracasado debido, también, a erradas interpretaciones de los signos de los tiempos, por parte de falsos Mesías.
- Cuando llegue el momento, precedido por las señales de Dios, vendrá el Mesías verdadero a derrotar a los “Hijos de las Tinieblas” a reinar en Israel, y a traer la era definitiva de paz para los judíos: La Nueva Jerusalem en el Reino de Dios.
- Los Hijos de la Luz (Esenios) se consideran el remanente de Israel destinado a preparar tan delicada y trascendental tarea.
- Solo el Mesías anunciado por los profetas, el esperado «Maestro de Justicia» (More Ha Tzadik) podrá guiar al remanente de su pueblo en esa trascendental misión redentora.
- Los signos de los tiempos permitirán saber cuando será el “Día de la Venganza” para acabar con la opresión, que mencionan en sus manuscritos, y la ascensión al trono del Mesías anunciando la proximidad del Reino de Dios, o Reino de los Cielos[26].

Por el texto de los rollos podemos deducir que los sabios astrólogos de la secta, al observar la posición de las estrellas y la ubicación de un cometa, tal vez les indica la región y la fecha aproximada de la llegada del Mesías. Se regocija la comunidad Esenia pues pronto tendrán entre ellos al Maestro de Justicia. Todos están pendientes de los niños que nacen en Belén bajo esas “señales de los tiempos”, aunque todavía no saben quién pueda ser. Tendrán que esperar a que él se identifique a su debido tiempo; pero el Reino de los Cielos está cerca. Con renovadas esperanzas se comienzan a realizar los preparativos para el reino del “ungido[27]”. Juan iniciará pronto su tarea de proselitismo entre los Saduceos, Fariseos, Hasídicos y Zelotes, advirtiendo: “Preparad El Camino de El Señor, como dijo Isaías. Arrepentíos porque el reino de los Cielos se acerca”. Entre los anónimos padres de aquellos niños está un hombre maduro, viudo con casa propia, lujo que se permiten los miembros de la clase de artesanos ya que el es constructor, o ingeniero, de acuerdo a la traducción más fiel del término griego “tekton” que para su oficio menciona el Nuevo TestAménto. Su madre es una jovencita de unos catorce años comprometida con él desde la niñez, como era la costumbre. Nada indicaba que uno de los hijos de esta pareja dejaría su huella durante siglos. En este momento nace Jesús señalado por los evangelistas setenta años después como el “monogenes”, (unigénito) término griego que indica alguien nacido de un solo padre, sin intervención de mujer, como todos los dioses del panteón greco-romano. Según las narraciones de los evangelios, disfrutaba de medios de vida holgados a deducir por sus vestiduras de lino, y su manto -prendas de buen vestir- y su entrega al estudio de la Ley, pues dedicarse a estudiar la Torah era un privilegio que solo se lo daban los hijos de familias acomodadas o hijos de sacerdotes. A los doce años alcanza la suficiente madurez como para ser presentado en el Templo a leer y discutir la Torah con los rabinos, tal como la continúan haciendo todos los niños en las comunidades judías hoy en día. El ritual del Bar-Mitzvah no existía aún pero la costumbre, adoptada casi de seguro de los egipcios como muchas otras, la practicaban desde antes de la fundación de Israel.

Inspirado segurAménte por las enseñanzas de los ilustrados Esenios, Jesús ingresa a la secta como otros jóvenes hijos de artesanos pudientes. Cumple fielmente con las estrictas exigencias de la congregación, participa de sus estudios hasta los treinta años aproximadAménte, mientras ora con sus condiscípulos por la llegada del ungido rey, el Mesías, el salvador de Israel, el Maestro de Justicia. Eran frecuentes los ayunos y el importante bautismo; ritual de ablución de origen Persa, en el cual se desnudaban a la orilla del Jordán para aplicar enemas con agua calentada por el sol y drenar toda impureza de sus intestinos. Ayunaban luego varios días para permitir que el cuerpo se deshiciera de toda suciedad restante, mientras se bañaban dos veces en el día y dos en la noche. Aún hoy en día algunos herederos de la secta de los fariseos, los parsis de Irak, practican el mismo ritual una vez al año, pero su verdadero propósito y origen se han perdido.

Tal vez sería en las discusiones doctrinarias esenias que Jesús notó la sabiduría de Juan el Bautista lo bastante como para seguir sus enseñanzas reconociendo su ilustración; éste a su vez debe haber notado igualmente la iluminada palabra de Jesús y debe haberse preguntado como otros, si no sería este el Maestro de Justicia, el Mesías que los guiaría a la libertad. Jesús entonces se acerca al sabio para que le guíe en el bautismo, ayuda necesaria por la debilidad que experimentaban luego de los prolongados ayunos. Y es entonces que Juan le dice: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tu  vienes a mi?”. Juan parece haber identificado a Jesús con el ungido Rey de Israel y Jesús cree haber visto lo mismo en Juan para seguirle. Incluso Juan es confundido con la reencarnación de Elías[28]. Pero a Jesús le cuesta aceptar que él es el escogido, lo cual es la mejor muestra de la humildad de tan gran Rabí o Maestro como le llamaban. Finalmente Juan les anuncia a los demás Esenios que el enviado es Jesús, el hijo de José de Nazareth, el constructor. La noticia debe haber corrido como el fuego en un pajar ¿De Nazareth puede venir algo bueno?“, comentan incrédulos los demás judíos.









-VIII-
La Batalla Final

Jesús terminaría aceptando que él es el sabio Maestro de Justicia, el Mesías que habían estado esperando, y como todos los reyes de la tradición egipcia, persa, asiria, babilónica y romana, será llamado Hijo de Dios[29]. Es por eso que al definirse las conclusiones de Juan se da inicio a los preparativos. El papel del Maestro de Justicia terminaría siendo uno de los más nobles, responsables y valientes que persona alguna haya enfrentado en la humanidad. Los resultados de estos preparativos quedarían precisAménte delineados en El Rollo de la Guerra, manuscrito identificado en sus varias copias como 1QM, 1Q33, 4Q491 y 4Q493: deberá establecerse un reino Mesiánico en Jerusalem; se estructurará un ejército de veintiocho mil combatientes (la mayoría mercenarios contratados), en doce batallones de dos mil cada uno, dirigidos por doce comandantes, más las reservas y médicos, quienes librarán batalla contra los Kittim con la misma estrategia y táctica romana de combate: en primer lugar quinientos lanceros con jabalinas, luego quinientos de infantería con sus hondas, tras ellos quinientos arqueros, y finalmente la caballería. Cada grupo deberá atacar y replegarse en siete ocasiones y estarán ubicados en los lugares precisos que indica el manuscrito. Solo faltó un mapa con los diagramas de avance y repliegue de las tropas.

Aunque no aparece en los manuscritos, la lógica militar dice que el primer ataque contra la guarnición de Jerusalem debió haber sido por sorpresa, pues a pesar de que los romanos tratan de evitar que los judíos se reúnan y conspiren, los Esenios han desarrollado todo su plan en estricto secreto y lejos de Jerusalem. Los comisionados de convocar a los judíos y de advertirles de que todo está siendo preparado utilizan metáforas y parábolas para anunciar: “Arrepentíos porque el Reino de Dios está cerca”. La voz se corre pronto entre todos los Saduceos y Fariseos y la noticia se trasmite de boca a oído por todo Jerusalem. Deben cuidarse de que no llegue a oídos de Herodes y sofoque la rebelión antes de que nazca siquiera. Esta vez se cuidan mucho de mantener en secreto el plan, y mantenerse puros para evitar que Dios les retire la ayuda del anunciado “ejército de ángeles” que llevaría a cabo la venganza en el día señalado.

Las finanzas para organizar, armar, equipar y dotar a tal ejército de milicianos, incluyendo el pago a los mercenarios sicarios y zelotes saldría de los cuantiosos recursos aportados por los prosélitos Esenios en su ingreso a la secta: setenta toneladas de oro y trescientos cuarenta y cinco de plata ocultos en diferentes lugares de la región y precisAménte detallados en «El Rollo de Cobre», un manuscrito identificado como 3Q15. En sus líneas podemos leer los minuciosos datos de ubicación de los escondrijos; p. Ej: “En la gran cisterna que está en el patio de la pequeña columnata, en el fondo, cubierto con sedimentos hasta la abertura superior, novecientos talentos (de oro). En la colina de Kohlit, en recipientes con sándalo y éfodos (túnicas sacerdotales), el total de ofrenda y el tesoro: siete (talentos[30])... A la salida del canal en el lado norte a seis codos de la pileta de inmersión. En el agujero del refugio impermeabilizado, bajando hacia la izquierda, a tres codos del fondo: cuarenta talentos de plata”. El monto total equivalente en moneda actual alcanzaba a cientos de millones de dólares. Incluso se nos revela muy ingeniosa la manera de obtener las armas prohibidas por los romanos: siendo los judíos los artesanos proveedores de Roma en materia de armas entre espadas cortas romana de combate y lanzas (pilum), las fabricaban con excelente acero pero las dejaban sin templar. Por supuesto los romanos las devolvían y no aceptaban que las repararan o mejoraran obligándolos a hacerlas de nuevo. Así ellos podían guardar las espadas y lanzas, templarlas debidAménte y contar así con excelentes espadas bien templadas y al costo, mientras fabricaban nuevas para reponer las “defectuosas” a Roma. No era una acción de rebeldía visceral como las fracasadas acciones anteriores; realmente se trataba de una operación a gran escala.

No quedaron registros en Qumram de lo que sucedió en la Batalla final de los Hijos de la Luz contra los Hijos de la Tinieblas como lo profetiza el Rollo de la Guerra (1QM), pues el desastroso resultado que conocemos lo impidió. Deducimos el desenlace en el cual el Maestro de Justicia, llamado Hijo del Padre (Bar-Abba), tal como estaba planeado, atacó la guarnición de Jerusalem y la conquistó con rapidez pues los milicianos superaban en número a los legionarios romanos que probablemente no excedían de cinco mil de a pie y dos mil a caballo. En rápido movimiento fueron aniquilando a las centurias y manipulas romanas hasta izar la bandera del triunfo. Los rebeldes recorrerían la ciudad y cuanto centurión, decurión y soldado encontraban era pasado por las armas. El Maestro de Justicia ya había advertido a las demás sectas judías que el Reino se acercaba pero no habían querido creerle. Ahora, al ver los avasallantes resultados, se les anexaban en masa y vitoreaban su nombre, de igual manera que en 1967 en la Guerra de los Seis Días, vitoreaban a Moshé Dayán. Algunos se resistían a rebelarse temiendo las represalias terribles de Roma, pero la palabra persuasiva del Maestro de Justicia los tranquilizaba; el ejército de ángeles de Dios vendría en auxilio de los Hijos de La Luz, tal como lo había anunciado Isaías. Pronto desplegaron sus fuerzas por todo Jerusalem, convocaron a reunión de jefes, sacerdotes y ancianos. Los resultados obtenidos y las señales expuestas por Juan lo demostraban: había llegado el Día de la Venganza, como lo ratifican en varias ocasiones en sus rollos, el momento de la redención; y el Maestro de Justicia conminaba al Sacerdote Impío, al Traidor, a aquel que colaboraba con el opresor, a rendirse.








-IX-
La Entrada Triunfal y el Contraataque

Poncio Pilatos sin duda salió ileso del sorpresivo y osado ataque; tal vez atacaron mientras el se encontraba fuera del Prefectorium. El Maestro de Justicia marcha con su ejército de milicianos a someter a los puestos fronterizos romanos en todo el perímetro de ciudad y luego de tomar cada uno, considera llegado el momento: coincidiendo con la Pascua judía (Pesaj), fiesta de Yom Kippur, o día de la expiación, conmemoración de la liberación de la esclavitud en Egipto, el ungido hace su entrada triunfal a Jerusalem cabalgando en un asno, simbolizando la humildad de este rey en contraste con la pompa imperialista romana. El camino es alfombrado de palmas, y la gente lo aclama como Rey: “¡Hosanna!, ¡Hosanna!” ¡Salve El Señor!; que equivale a la expresión inglesa “God Save the King” (Dios Salve al Rey); él es el Rey tomando posesión del reino que se le ha destinado, es el Hijo de David, Jerusalem ya es territorio liberado. Las multitudes vitorean a su rey salvador, le traen regalos y le piden dinero, cargos, favores de todo tipo.

Mientras tanto las noticias llegan a Roma y Pilatos espera los refuerzos para preparar el feroz contraataque. La caballería romana provenientes de las dos provincias más cercanas, Damasco y Tiro se lanzan contra Jerusalem ahora en manos de los rebeldes que ondean su bandera en el templo, el Maestro de Justicia calma los temores recordando la profecía de los Ángeles del Señor que vendrán en su auxilio; la secta confía en que la pureza que han sostenido durante más de dos siglos es garantía de que esta vez no fallarán. Los ejércitos se forman para librar la Batalla Final. Pero antes de haberse podido organizar debidAménte aparecen sesenta mil legionarios de Vespasiano y arremeten contra los rebeldes con extrema crueldad y ferocidad. Estos luchan con ardor fanático por largo tiempo, mientras esperan la llegada de los ángeles, y caen como héroes en la dispareja batalla, movidos por el ciego fervor y la promesa de liberación definitiva. Pero el Maestro de Justicia, después de darse cuenta de lo desigual de la contienda y de que sus combatientes, a pesar de la fanática fe y el ardor con que luchan, están sucumbiendo como moscas, comienza a caer en cuenta de que los ángeles nunca vendrán, recuerda las intentonas anteriores, ve que los rebeldes van a ser masacrados y con una profunda tristeza y frustración rinde la plaza, pidiendo a los valientes milicianos que cesen de luchar descubriendo que el esfuerzo será inútil.

¿Qué sucedió? ¿Falló la profecía?, ¿falló la interpretación? ¿Qué sería lo que aceptó ese valiente líder como dolorosa explicación, en su más profunda desazón? Con un coraje sin paralelos en la historia, el Maestro de Justicia asume íntegra responsabilidad por el terrible fracaso. Se repliegan en masa los combatientes y varios de los doce comandantes con sus milicianos aún exaltados se reagrupan en el campo de Getzemani. Pedro sin comprender clarAménte lo que sucede aún empuña su espada, y cuando llegan los romanos le piden a Judas el Sicario, conocido mercenario a sueldo de los Esenios, que les indique quién es el líder de los rebeldes. Los romanos jamás imaginaron tal osadía de Jesús, pues lo habían visto con frecuencia en la ciudad hablando inofensivAménte en parábolas. Los romanos rara vez se preocupaban por predicadores, nuevos cultos o religiones, pues era el imperio más tolerante en materia religiosa que ha existido. Su tolerancia era mayor incluso que la de muchas naciones modernas. Al tratar de arrestarlos Jesús les pide que dejen libres a los demás, es a él a quien buscan, él es el responsable. Pedro, confiando aún en los cuidadosos planes Esenios y en la profecía, insiste en la lucha y trata de rebelarse al arresto atacando a un soldado a quien hiere en la oreja con un tajo de su espada. Jesús interviene y decide entregarse sin resistencia a los romanos quienes lo arrestan y llevan ante Pilatos. Los rebeldes quedan estupefactos.

Mientras tanto el ejército romano recupera la plaza, persigue a los rebeldes hasta sus guaridas, ocupa toda Jerusalem y prepara el juicio a Jesús. La multitud de judíos alrededor de la prisión lo aclaman pidiendo: “¡Suelten a Bar-Abba!” (Hijo del Padre), llamándolo por su apodo. Pero Pilatos no lo piensa liberar. No existía ninguna costumbre romana de soltar un prisionero en festividades judías y dudosAménte los judíos pidieron crucificarlo; por el contrario la multitud formaba un tumulto para que liberaran a su rey: “Suelta a Bar-Abba”, le exigían a Pilatos. Pero este presenta las graves acusaciones de sedición, asesinato y saqueo. Lo encuentra culpable el tribunal romano, no el Sanhedrin porque éste solAménte consideraba asuntos doctrinarios judíos; no tenía potestad para enjuiciar por rebeldía y sedición. Tal acto era exclusiva prerrogativa de las autoridades oficiales del imperio. La pena recomendada por el tribunal romano es la que se reserva para los sediciosos rebeldes: clavarlo a un travesaño atado a un árbol, en algún sitio de mucho tránsito para escarmiento de sus posibles imitadores y seguidores. Pilatos manda a clavar un cartel con el letrero “Jesús Rey de Los Judíos” escrito en griego y en latín, como burla hacia las vanas pretensiones de los seguidores de Jesús. El mensaje era claro: ¡Nadie ose rebelarse contra Roma!

El reo recibe el castigo previo, es desnudado y azotado cien veces con un fulcrum, látigo romano que consta de diez cuerdas largas de cuero con un trozo cortante de hueso en cada extremo. Cada latigazo desgarra la piel y hace sangrar profusAménte. Ni una sola palabra sale de sus labios para delatar a sus seguidores, ni responder las acusaciones; no había nada que decir. Se le hace marchar portando el travesaño de madera por todo el camino hasta el monte Gólgota. Allí lo clavan al travesaño con clavos de hierro entre los dos huesos del antebrazo por las muñecas para que no se caiga al colgarlo; lo elevan con una cuerda hasta que su cuerpo se estira en toda su estatura y clavan sus pies al árbol que sostiene el travesaño. La cruz cortada y ensamblada a ebanistería tal como la pinta la Iglesia entraría en la mitología del Cristianismo muchos siglos después. Le pusieron una corona de espinas por su aseveración de ser el Rey de Israel, en sarcástica comparación con los Hijos de Herodes el Grande: los nobles príncipes herederos Antipas y Agrippa.

Consciente de que era suya la íntegra responsabilidad de todos los tristes sucesos, Jesús se enfrenta al juicio y a la pena máxima con increíble valentía; acepta su castigo y lo asimila con templanza, con el coraje digno realmente de un rey. Esto hace que muchos de aquellos que no lo apoyaron ni le creyeron se convencieran de que era realmente su rey. Jesús no trata de defenderse de las acusaciones en su contra, no responsabiliza a nadie del fracaso del movimiento, pero se debió haber sentido dolorosa y enigmáticAménte intrigado sobre el por qué no llegaron los ángeles. En su agonía exclama la inmortal frase “Eli, Eli, lama shabakhtani”; “Señor, Señor, por qué me has desamparado”. ¿Por qué no enviaste a tus ángeles, de acuerdo a la profecía?, se preguntaría. Y al darse cuenta de que ya no hay nada que hacer exclama “Todo ha terminado”. Es la triste aceptación de que era una profecía exagerada... o una interpretación errada.

Una vez crucificado Jesús, los romanos arremeten en fiera represalia contra todo lo que huela a separatistas judíos, arrasan Qumram, incendian la biblioteca y todos los edificios, pero anticipando esta maniobra algunos fieles discípulos treparían los riscos para guardar sus preciosos manuscritos, y evitar que cayeran en manos del enemigo. En esas cuevas dormirían por dos mil años hasta llegar a nosotros.

El tío de Jesús, Jusef nacido en Arimathea, uno de los que eran complacientes con los romanos (probablemente por pura estrategia, o por infiltración), les pide permiso para bajar su cuerpo del árbol. Pilatos accede ante el influyente mercader, mas conociendo rumores de algunos tenaces creyentes de que resucitaría, ordena que se custodie la tumba. Pero en la noche un par de hermosas jóvenes judías, tal vez enviadas por la congregación Esenia, distrae a los guardias. Quizás les dan de beber una poción de belladona, beleño u otra droga, pues al amanecer los soldados están profundAménte dormidos y al despertar notan que la losa de piedra que cubría la tumba está corrida. ¿Hacia falta realmente apartar esta pesada piedra? ¿No podría Jesús resucitado pasar a través de dicha piedra? ¿O tal vez los planes eran robar el cuerpo del Maestro?

Las conjeturas acerca de este episodio son muchas. Una de las probables es que Jesús, con el poderoso dominio que tenía de su cuerpo por la severa disciplina y el estudio con los Esenios, entra en estado cataléptico y es declarado muerto. Por eso su cuerpo es bajado del árbol el mismo día en vez de quedar durante una semana en agonía como todos los demás crucificados. En ese tiempo no se establecía la diferencia entre muerte clínica, muerte cerebral y muerte física, así que para todos el estaba realmente muerto. Según el rito judío el cuerpo debe ser enterrado antes de un día. Los Esenios, excelentes terapeutas, como lo reconocen los mismos historiadores romanos, lo reanimarían y lograrían levantarlo de la catalepsia y curando sus heridas. De acuerdo a los conocimientos de esa época, eso es literalmente una resurrección. Sin embargo tal vez murió simplemente, como todo ser humano. Los milagros de la tradición atribuidos a Jesús están íntimAménte relacionados con las profecías; Isaías, Ezequiel, Habacuc y otros anuncian que levantará a los muertos, devolverá la vista a los ciegos, hará caminar al inválido y hablar al mudo. Sin duda lo alegórico de estas profecías fue interpretado literalmente, porque en verdad levantó a muchos que estaban muertos en vida, devolvió la vista a aquellos cegados por la sinrazón, hizo caminar a aquellos paralizados por la desesperanza, e hizo alzar la voz a quienes estaban mudos en la ignorancia. Tal como las profecías interpretadas literalmente, sus leyendas fueron tomadas al pie de la letra y posteriormente narradas como hechos reales.

Luego de la terrible represalia romana el movimiento se dispersa, Qumran queda deshabitada y comienzan las luchas internas entre los líderes que deseaban apoderarse del grupo. Saulo de Tarso, convertido en Pavlos, o Paulus entra en conflicto con Santiago, hermano (¿gemelo?) de Jesús, y lógico sucesor consanguíneo como nuevo aspirante al trono de Israel. Los enfrentamientos, como era de esperar, se deben haber centrado en quién tuvo la culpa, y qué se va a hacer para reconstruir el movimiento. Santiago reitera la necesidad de mantener un estricto apego a la Ley, lejos de las odiosas tentaciones de Jerusalem; aplicación de los rituales al pie de la letra tal como aparecen el la Ley de Moisés y seleccionar a los más puros de entre todos los judíos sin aceptar gentiles. Pablo por el contrario, es partidario de abrir las puertas a cualquiera que desee ingresar al movimiento, judíos y gentiles por igual, sin siquiera exigirles la circuncisión, para horror de los tradicionalistas. Las posiciones son irreconciliables y Pablo divide al movimiento separándose con el grupo más liberal y numeroso. Esta posición le permitiría a Pablo con el tiempo, atraer mucho más prosélitos que Santiago con sus estrictas normas esenias. Es así que surge una congregación de fieles que se comienzan a reunir en las casas-iglesias dirigidas por las madres de familia partidarias de Jesús. En estas casas se reúnen todos los viernes los seguidores de Pablo a escuchar la doctrina de Moisés y a compartir la comida comunal que las mujeres preparaban para celebrar el Shabbath (Sábado). Los pobres y menesterosos asistían a estos oficios a recibir con frecuencia la única comida decente que podían obtener en la semana. Aquí, alrededor del hogar comunal, comienzan a mezclarse los mitos y las leyendas. Tal como a Apolonio de Tyana, y a Juan el Bautista, contemporáneos de Jesús, le atribuyen a éste el poder de resucitar a los muertos, de perdonar los pecados y de ser llamado Hijo de Dios. Las historias que se tejen terminarían enriquecidas con diversas fábulas, hasta que unos treinta años después Markus, el pastor de cabras, se entera de las narraciones y se encarga de recopilarlas en el primer Evangelio. El Cristianismo había nacido.





-X-
Egipto en la época Bíblica

Hace unos 10.000 años el territorio donde hoy está Egipto era un lujurioso bosque lluvioso tropical, con enormes árboles de grandes hojas, lianas y helechos, cuya vegetación mantenía fresca y húmeda toda la enorme y fértil planicie que rodeaba al Nilo. Desde la cuarta catarata ubicada en Sudan hasta Lybia y el borde del actual Canal de Suez, el bosque Egipcio daba maderas finas, flores y frutas exóticos tales como nueces, tamarindos, papayas, granadas y mangos. Con el tiempo a medida que los bosques se fueron secando por efecto de las tormentas de arena y las periódicas sequías, se convirtió en una sabana o llanura con bajos pastizales bastante similar al Serengeti, para finalmente llegar a ser una pradera de corta hierbas solo aptas para ganado extremo como cabras, ovejas, asnos y camellos salvajes.

Ya cerca del 6.000 a. C., las poblaciones que se asentaron levantaron las tradicionales chozas ovaladas de barro con techo de paja, aprendieron a cultivar trigo, centeno, y a domesticar ovejas, cabras, asnos y ganado vacuno. Se cultivaba linaza con la cual se tejía el lino y se utilizaban sus granos para alimentar al ganado. Se han encontrado en la región rastros de asentamientos que datan de hace 15.000 años. Los restos arqueológicos que provienen de 5.000 a. C., muestran que una gran sequía asoló a la región. Seis siglos antes se había derrumbado el dique natural del Bósforo, por causa del deshielo de la última glaciación que elevó considerablemente el nivel de los mares, originando la leyenda del Diluvio. Los Badari se asentaron en la zona hacia 4.000 a. C., y ya elaboraban peines de marfil, cucharillas de cuernos de hipopótamo y horneaban cerámica en hornos de ladrillo. Eran cazadores, pero iniciaron una agricultura primitiva y conocían el oro y el cobre, aunque no hay evidencias de que los supieran fundir y alear. Entre 3.500 y 3.000 a. C., apareció el primer asentamiento Nagada. En esta época aparecen evidencias de comercio con Mesopotamia, aparecen vasijas con pico para servir vino, vasos decorados y agujas de coser de excelente calidad. En este período se construyen las primeras mastabas, similares a las que alojaron a los reyes de las primeras tres dinastías. Contenían al menos dos cámaras; una para el difunto y otra para los enseres. Menes fue el primer Rey de Egipto y era conocido como "El Eterno". Vivió en el 2.850 a. C., y fue quien unificó el Alto y el Bajo Egipto por primera vez. 

El Faraón Djoser (Zoser) fue el primer rey de la III dinastía y su visir, un estudioso llamado Im-Iotheph, fue el primer arquitecto, pero también fue médico, sacerdote, mago, escritor, compositor de cantos, poemas y epigramas, y consejero personal del Rey. Fue quien diseñó los planos para la pirámide escalonada de Sakkara hace 4.600 años. El monumento fue un precedente en la construcción de tumbas. Hasta ese momento eran todas rectangulares, llegaban a nivel del suelo y eran construidas en ladrillos de barro cocido. Im-Iotheph la construye por primera vez de piedra. Además el complejo funerario era una réplica a escala de la ciudad de Memphis, de la cual la pirámide escalonada era solAménte una pieza. Tenía un edificio de oficinas, un patio para celebraciones, depósitos, una segunda tumba y un pequeño templo para la adoración.

Egipto se desarrolló culturalmente de manera prodigiosa; como muestra, cerca de la tumba de Zoser se encuentra la de Sekhem-khet, igual de fastuosa y enorme. Es una mastaba rectangular de 648m x 193.5m, ¡más de una hectárea de construcción! En su interior se encontró un extraordinario sarcófago vacío de más de dos metros de largo, un metro de ancho y un metro con veinte centímetros de altura. Pesa quince toneladas y fue tallado en una sola pieza del más suave, cálido y translúcido alabastro rosado que se haya visto. Cerca de la rampa que conduce a la mastaba se hallaron algunas de las más exquisitas piezas de orfebrería de esa época: veintiún brazaletes de oro, un collar de oro, una diminuta pinza de oro para maquillaje y un estuche en oro sólido con forma de concha marina, cuyas dos mitades ajustaban a la perfección con una cerradura y bisagra; su diámetro es de unos doce centímetros. No sabemos aun quien era la sofisticada reina, poseedora de tan preciosa joya. Esta pieza es hoy en día, es uno de los mejores ejemplos de la exquisita orfebrería egipcia ya en esa temprana época.

Desde la V Dinastía el desarrollo fue espectacular; por el historiador Manethon y otras fuentes sabemos que inventaron el papel (cuyo nombre proviene de la planta de papiro), el vidrio, los esmaltes cerámicos de alta temperatura, los espejos de mano, el maquillaje, las escuelas con salones de clase, los talleres de artesanía, desarrollaron la irrigación por canales, fueron los primeros en establecer un gobierno con ministerios. Los primeros fueron de Justicia, de Trabajo, de Agricultura y de Economía (Tesoro), fueron los primeros que utilizaron sirvientes entrenados en escuelas especiales para meseros y cocineros, inventaron la cama con patas, las sillas con espaldar, muchos tipos de joyas e instituyeron oficios como el de arquitecto, escultor, pintor, escriba, médico, topógrafo, irrigador (excavador de canales) carpintero, incrustador (de piedras en metales preciosos). Produjeron agujas de coser en oro y en marfil tan finas y de tan buena calidad como las nuestras, inventaron las velas de cera, las lámparas con receptáculo para aceite, los abanicos de plumas de avestruz, los postizos y pelucas, los escritorios, el horno de pan con chimenea (hasta entonces eran tortas de trigo cocidas sobre piedras calentadas) y fueron fundadores de las panaderías comunales. Perfeccionaron el carro tirado por caballos inventado por los Sumerios, mejoraron las flechas de punta de metal, los petos anti-flechas hechos de suela de los Fenicios, precursores de nuestros chalecos anti-balas, el arco de alta potencia, las jaulas y la domesticación de pájaros casi junto con los chinos, el cultivo de flores de ornAméntación y las plantas en potes dentro de la casa, la cerveza, de la cual destilaban doce variedades y el arado múltiple. Desarrollaron también el embalsamamiento (momificación), la medicina interna, la trepanación y el implante de placas metálicas en el cráneo; igualmente fueron los primeros en realizar diagnósticos médicos sistemáticos con listado de síntomas, tal como los actuales médicos lo hacen.

Los egipcios instauraron la primera casta de magistrados donde antes eran los shamanes quienes impartían justicia; inventaron la propaganda, los avisos comerciales de venta de productos y propiedades, las bandas de música, la coreografía no religiosa, los envases aromatizadores con hierbas (los cuales hoy se venden en los supermercados como “sachets”). También inventaron los ungüentos medicinales y jarabes envasados, el teatro musical, un sistema avanzado de contabilidad, los sarcófagos de piedra, la lija que eran tejidos de cáñamo impregnados de arena húmeda, las noticias y los decretos en avisos oficiales públicos, los cojines y el portador. Mejoraron el arte de la estrategia y táctica militar de Mesopotamia y crearon academias que la enseñaban, estableciendo además el servicio militar obligatorio. Tenían tres tipos de servicios mortuorios para los difuntos a tres costos diferentes: popular, medio y de lujo. Inventaron y desarrollaron la piscicultura, y mantenían criaderos de peces en lagos especialmente acondicionados. Cultivaban la nuez de castor y extraían su aceite (tártago) para iluminación y como repelente de animales y mosquitos. Ya en esa época se vendían en el mercado negro escarabajos y copias del Libro de los Muertos "consagrados", para salvar a los que lo compraban del juicio de Anubis en la muerte. Igualmente se hacían y vendían momias de mascotas (gatos, babuinos, monos, perros, chacales etc.). También inventaron los textos de estudio y la literatura en papel, crearon el calendario de 360 días más 5 o 6 días adjuntos de festividades, pero no celebraban el fin sino el principio del Nuevo Año. Inventaron la ingeniosa bomba de agua de tornillo que aún podemos ver en uso a orillas del Nilo y que utilizó Sennaherib, rey de Asiria para regar los Jardines Colgantes de Babilonia. A dichas bombas las llamaban alamitu por su parecido con el tronco en espiral del árbol de la palma alamitu. Aún se conserva la tableta de arcilla donde Senaherib explica como había que fundir grandes cantidades de bronce para vaciarlas. Sobre ese texto un equipo de estudiantes de dos universidades británicas documentó la reconstrucción del proceso con el equipo de Discovery Channel.

Es dudoso que una nación con tal desarrollo y capacidad creativa fuese a adquirir costumbres de sus esclavos. La mayoría de los judíos rechazan de plano la posibilidad de que muchas de las costumbres hebreas provengan de Egipto. Pero demos un recorrido a lo que se ha hallado documentado sobre las costumbres egipcias en papiros, tabletas de arcilla, relieves y jeroglíficos hasta ahora: los egipcios se lavaban luego de tocar cualquier cadáver de hombre o animal, dos veces en el día y dos veces en la noche; seleccionaban los animales para el sacrificio como limpios o no limpios, de acuerdo a si tenían manchas oscuras en el pelo. Con un solo pelo negro se consideraba a la bestia no apta para el sacrificio. Rechazaban el cerdo como animal abominable y sólo lo utilizaban en los festivales de luna llena. En estas fiestas tomaban la cabeza de un semental macho cabrío sacrificado y le lanzaban imprecaciones y oraban para que todos los pecados del pueblo y los males que Aménazaban a la comunidad cayeran sobre el animal. Tal como los hebreos, tenían un fuerte rechazo a todo lo que fuera griego, por considerarlo pecaminoso, inmoral e impío. Los egipcios se daban golpes de pecho para echarse la culpa de los males de la ciudad en los festivales de sacrificio del equinoccio de otoño. En la calle los jóvenes cedían el paso a los mayores o se levantaban de sus asientos para darles el sitio. La ropa de lana no era permitida en los templos, ni se les permitía enterrar a los muertos vestidos con ellas y solo utilizaban lino, pero aún desconocemos la razón. Los egipcios adoraron al primer Dios unificado en todo el Imperio al cual llamaron Amén. Aún utilizamos su nombre al final de todas nuestras oraciones, tal como ellos, y después los hebreos lo hacían entonces para indicar que Amén endosaba sus peticiones; pues el significado “así sea” se insertó recién en la Edad Media.






-XI-
Akhen-Athon,  el Primer Revolucionario

Aménophis o Aménhoteph IV nació en Thebas en el año 1.395 a. C., en un imperio que se extendía desde Sudán hasta gran parte de lo que hoy es Armenia y Turquía. En sus primeros años no parece haber tenido mucha participación social pues no aparece en ninguna pintura de la familia ni en inscripciones reales del tiempo. Por ésta razón es probable que haya sido hijo del faraón con una esposa o concubina secundaria; además es ignorado en todas las conmemoraciones y festividades especiales. Su hermano Thuth-moses, por el contrario, fue nombrado Sumo Sacerdote de Memphis y aparece en diversos relieves e inscripciones con su padre Aménophis III. Aménoteph IV se convirtió en el décimo Faraón de la gloriosa y deslumbrante XVIII Dinastía que inaugura el período conocido como Nuevo Reino. Había revueltas esporádicas en las minas de Nubia y en Siria que Aménoteph III “El Magnífico” aplacaba con firmeza bajo una era de esplendor en Thebas, cuando vino al mundo este príncipe en el palacio de Kharuk, residencia de su padre. Nació en esa magnífica estructura de ladrillo y madera decorada con murales y rodeada por inmensos jardines con árboles y lagos artificiales; al ver la reconstrucción nos damos cuenta que debió haber sido un remanso de paz. Desde el palacio se podía ver el templo de Amén con sus puertas de madera recubiertas de oro ubicado más allá de los varios kilómetros de murallas. Su madre, la reina Tye, principal esposa de Aménophis III fue una de las mujeres más hábiles de todos los tiempos. Era ella quien recibía a los embajadores extranjeros, daba órdenes a los gobernadores de provincias y colonias, y emitía los despachos y mensajes que los mensajeros debían llevar a los babilonios, o a los hititas. Era ella quien mantenía una bien organizada red de espionaje sobre los vasallos agitadores de Siria y de otros grupos rebeldes de todo el reino, incluyendo a los Habiru de Palestina y las tribus aún no dominadas al sur de la 4ª catarata del Nilo en Nubia. Era ella quien velaba por que los funcionarios cumplieran su deber y que los impuestos llegaran a tiempo. En Anu la ciudad del Obelisco, la reina madre Tye y su esposo rendían culto a un dios único cuyo nombre evitaban pronunciar excepto en las celebraciones más importantes de Egipto y al que llamaban Athon o Adón (El Señor) el cual simbolizaba la fuerza vital del sol, sin embargo estos sacerdotes de Adón no eran muy poderosos en comparación los de Thebas ya que el culto aún no había calado en el pueblo. Por más de una generación habían tratado de imponer el culto al dios único con pocos resultados. Incluso Aménophis III había bautizado al bote que utilizaba para pasear por los lagos del complejo palaciego, “Tehe-Athon” que significa “El Señor Resplandece”.  

Aménophis se casó a los diez años con su media hermana de ocho años de edad, la bella y agraciada princesa Nefertiti, y posteriormente, como era la costumbre en el Antiguo Egipto, tuvo varias esposas secundarias: Merytathon, Kiya, Mekythathon y Ankhesenpathon. En 1.383 a. C., a los doce años de edad ascendió al trono para gobernar junto a su padre y continuar a la muerte de éste como emperador de todas las tierras desde el Éufrates hasta la 4ª catarata. Se le nombró “Poderoso Toro”, “Gentil de la Plumas”, “Favorito de las Diosas”, “Grande en Reinado en Karnak”, “Horus de Oro”, “Portador de la Diadema en el Sur de Heliópolis”, “Rey del Alto y Bajo Egipto”, “Sumo Sacerdote del Sol de los dos Horizontes”, “Hijo de Dios”, “Divino Regente de Thebas”, “Vitalidad del disco solar”, “Grande en Duración”, “Rey de la Eternidad”, “Gobernante Eterno”, “Amado de Ra, Señor de los Cielos”, Aménhothep IV y muchos etcéteras.

La mayor resistencia al poder real que había en ese momento era el sacerdocio de Amén, arrogantes, corruptos y sobreprotegidos eran una carga para el pueblo porque le exigían todo tipo de pagos por consagrar desde un simple escarabajo de yeso hasta un funeral. Pero pronto el joven Faraón sacudiría el imperio hasta los cimientos con sus decretos. Quizás su reacción se inició cuando leyó sobre la tortura de los siete jefes sirios capturados por Aménophis II su abuelo, durante sus campañas en Siria, y que fueron colgados cabeza abajo en la popa del galeón real en su desfile triunfal Nilo abajo. También supo de aquellos hombres sacrificados a Amén y sus sangrientos restos dejados durante semanas para alimento de los chacales y buitres en las murallas de Thebas y Napata, como escarmiento a los rebeldes. Pero el joven Faraón sostenía ideas radicales acerca de un Dios único.

Mientras tanto el niño regente se familiarizaba con las tareas reales, bajo la tutela de su poderoso padre y su capaz madre, pero pronto fue mostrando una personalidad firme y segura, especialmente en lo concerniente al sacerdocio. Al morir su padre, siendo aún un niño, asumió el control de todo el imperio y luego de su coronación se presentó en el templo de Thebas a los doce años para participar por primera vez en los oficios religiosos. Allí entablaría un vivo debate sobre cuestiones religiosas con los sacerdotes del templo; ante ellos defendió su culto con vehemencia y criticó con tan demoledores argumentos el culto a varios dioses, que de allí en adelante lo apodaron “El Veraz” (El-que-vive-en-la-verdad) y “El  Amado de Thoth”, dios egipcio de las sabiduría. La casta sacerdotal pronto se daría cuenta de que el nuevo Faraón no solo tenía firmes convicciones sino que iba a ser un serio adversario.

El adolescente rey fue planificando cuidadosAménte su acción en contra de los sacerdotes corruptos, hecho que se evidencia en sus propias palabras: “Porque vive mi Padre (Dios)... ...que más malignos son ellos (los sacerdotes) que aquellas cosas que he escuchado en el cuarto año, más malignos son ellos que esas cosas que Men-Khepheru-Ra (su abuelo Thuth-moses) escuchó... de la boca de los negros, en la boca de otros pueblos”[31].

De allí en adelante el joven Faraón tomó varias medidas extremas y unos cuantos drásticos decretos a la muerte de su padre, las cuales produjeron gran conmoción. La primera de ellas fue despojar a los corruptos sacerdotes de Amén de sus cuantiosas fortunas. Poco tiempo después suspendió los subsidios de la corte a los templos y ordenó borrar el plural “Dioses” de cada inscripción, relieve y monumento del imperio lo cual desencadenó una ola de alarma en el sacerdocio. Su exigencia fue tan extrema que incluso ordeno borrar el prefijo Amén del nombre de su difunto padre e hizo reescribir encima algún otro de los nombres por los cuales era conocido. Su actitud es parecida a la que se ha dado hoy en llamar en los Estados Unidos “cero tolerancia” pero con más de treinta siglos de anticipación. El mismo joven Rey anunció que su nombre de allí en adelante sería cambiado de Amén-hothep que significa Amén está complacido, a Akhen-Athon, que significa “Gozo del Señor”, nombre con el cual quedaría inmortalizado. Así el culto a Amén quedó oficialmente abolido y las imágenes de los restantes dioses fueron destruidas. Esas medidas sin precedentes equivaldrían hoy a expropiar el Vaticano con todas las parroquias, confiscar sus tesoros y suspender todos los subsidios del estado incluyendo la prohibición de colocar imágenes.

Este cambio de culto, sin embargo, había sido ya emprendido por su padre tal como lo indica una inscripción en la estela de los dos hermanos Hor y Suti, arquitectos de Aménophis III; donde a Dios se le llama: “Único Señor, que toma cautivas a todas las tierras, cada día... ...loas a Vos, Oh Señor del día, a Vos creador de los mortales, y hacedor de sus vidas”. Ha sido excavado un templo a Dios portador del título completo de “Horus de los Dos Horizontes, regocijado en su horizonte y en su nombre: Irradiación que está en el disco del Señor”, con la sola diferencia que este dios aún estaba representado con una cabeza de halcón en el estilo tradicional. Estos grabados se hallaron en los bloques de piedra usados por el Rey Horemheb en su pilón en Karnak, y en el cartucho real se puede leer el nombre de Nepher-Kheperu-Ra, uno de los nombres de Akhen-Athon, grabado sobre el de Amén-hoteph III.
 
Para darnos una idea del efecto que estas disposiciones tuvieron en el pueblo debemos notar que al contrario de sus antecesores quienes establecían un impuesto al pueblo para cubrir los cuantiosos gastos de la ascensión al trono, Akhen-Athon no fijó impuesto alguno, lo cual abrió las puertas de una popularidad a la pareja real de tal magnitud, que podría compararse a la que gozaron John F. Kennedy y Jackeline Kennedy en su mejor momento. El aparece en la mayoría de las misiones oficiales tomando de la mano a su reina Nefertiti, en ocasiones besándola en la boca; incluso ella aparece en muchos relieves de la misma escala que su esposo, contrario a todas las costumbres ancestrales egipcias. Ninguna de sus otras esposas oficiales lo acompañó jamás en labores oficiales ni apareció con él en público, ni aparecen mencionadas en ninguna comunicación oficial. La devoción del adolescente Faraón por su hermosa Reina, se demuestra en los calificativos que le hace grabar junto con su nombre: La Doncella de la Felicidad del Rey”, “La Dama de Gracia”, “Aquella, ante quien se regocija el Faraón al escuchar su voz”, etc. Otra filosofía importante de su doctrina es que ante los ojos del Señor (Athon) todos eran iguales, egipcios y extranjeros. Esta actitud le ganó una popularidad sin precedentes que se hubiese considerado imposible que alguien pudiera tratar de dañarlo sin generar una violenta revuelta en todo el reino. En efecto, descubrimos que el Rey aparece en la mayoría de murales y relieves acompañado solo por un guardia armado en vez de la nutrida escolta de sus predecesores.








-XII-
La Ciudadela Real

El Rey dejó una inscripción donde expresa que quería construir una nueva capital en un lugar que no perteneciera, “...ni a un dios, ni a una diosa; ni a un príncipe ni a una princesa”. Akhen-Athon halló suelo virgen en uno de los meandros del Nilo hacia el sur donde decretó su construcción y estuvo entre el sexto y el octavo año de su mandato preparando el gran proyecto de su capital. Una tableta menciona su promesa en el sexto año que sería ratificado al año siguiente: “Y El Aliento de Akhet-Athon será de farallón a farallón, del horizonte oriental del cielo, hasta el horizonte occidental del cielo. Será para el Señor, mi Padre, sus colinas, sus desiertos, todas sus aves, toda su gente, todo su ganado, todas las cosas que El Señor produce, sobre las cuales caen sus rayos, todas las cosas que están en Akhet-Athon (el nombre que escogió para la nueva ciudad) serán para mi Padre, el Dios Viviente, en el templo de El Señor en la ciudad, por siempre y siempre. Todos serán ofrendados a su espíritu; y que Sus rayos les sean beneficiosos cuando los reciban”.

En dos años estuvo lista la ciudad, según algunos autores, lo cual es una enorme hazaña arquitectónica, aún con la gran cantidad de esclavos de que Egipto podía disponer. Debe haber utilizado enormes recursos en personal de artesanos, arquitectos, escultores, y vasta cantidad de materiales nobles: alabastro, oro, electrum (aleación de plata y oro muy popular entre los faraones), plata, marfil, ébano y muchas otras maderas exóticas, granito, cuarcita, ópalo, ónice, cuernos y pieles de animales, tinte púrpura traído de Fenicia y los más exquisitos artistas del imperio. El templo no tenía techo; sus siete cámaras estaban abiertas al cielo para permitir que el sol cayera sobre los altares. Pero si esta característica era peculiar lo era aún más el hecho de que no había una sola estatua de dios alguno; solAménte el símbolo del disco solar y sus rayos con una mano en el extremo de cada uno dándole la vida a la pareja real y a sus hijos. Solo este símbolo sobrevive de la destrucción del Templo del Señor.

En el mismo edificio, pero del lado afuera había otro templo más pequeño. En cada lado de su entrada frente a la hilera de columnas con forma de palmera había una estatua del Faraón y de su Reina. Este era el templo personal de la pareja real. También había santuarios erigidos a los antepasados del rey por toda la ciudad. También construyó un santuario llamado: “La Casa del Regocijo” en el centro de la hermosa isla llamada “El Señor Ilustre en los Festivales” en medio del Nilo. Igualmente hizo colocar un santuario para la adoración del Señor en la Gloria del Ocaso en la cual la reina Nefertiti presidía sobre los sagrados ritos y ceremonias. A este santuario lo llamó: La Casa de la Venida del Sol a Descansar. Había murales y relieves con la pareja real en adoración pero no había ni un solo ídolo que representara al Señor; solo el símbolo del disco del sol ante el cual ofrendaban pan, vino, e incienso en cada oficio, una ofrenda que hoy nos resulta demasiado familiar.

El más suntuoso de todos los salones del reino era el inmenso hall del palacio de ciento treinta metros de largo por setenta de ancho flanqueado por quinientas cuarenta y dos columnas con forma de palmera, con su capitel de oro incrustado en lapislázuli y otras piedras preciosas. Quedan solo las ruinas, pero en sus paredes se nota el esplendor con el cual fue hecho el decorado dedicado a la naturaleza: íbices, flAméncos, gansos y cisnes, peces de todo tipo, felinos y aves rapaces como el milano, el halcón y el águila.

En el reino terminaron las alusiones a Osiris y a los demás dioses que presidían supuestAménte el más allá. Cesaron de recitarse las costosas fórmulas mágicas ancestrales que los familiares del difunto debían repetir para protegerlo de los peligros que le esperaban en la ultratumba. Desaparecieron también las declaraciones de inocencia habituales que el moribundo o sus parientes debían recitar para evitar las consecuencias de sus pecados en la tierra, las cuales eran vendidas lucrativAménte por los sacerdotes de Amén. La única oración de quienes seguían las enseñanzas del Rey era dirigida al Único Dios para que continuara recibiendo la bendición del sol y poder servir al Rey en el mundo más allá de la muerte. Con la inauguración de este estilo se acabaron los salones sombríos con el techo cubierto de hollín de las antorchas, o con paredes salpicadas de la cera y la brea. Desaparecieron los corredores oscuros y los altares iluminados con fogatas; todo brillaba refulgente bajo el cegador brillo del sol o bajo la luna llena en los claros cielos nocturnos y estrellados, los transparentes amaneceres o los rojizos crepúsculos de Egipto; había nacido un nuevo orden, el monoteísmo. Los judíos, en su evolución de nómadas trashumantes, a esclavos primero, luego a rebeldes, y finalmente a reyes y sacerdotes, apropiándose de lo mejor de aquella frustrada revolución político-religiosa, se encargarían de divulgar la creencia en un solo dios con gran vehemencia y fanatismo al resto del mundo. 







-XIII-
Gobierno Social 1.370 a. C.

Akhen-Athon construyó una urbanización modelo para sus fieles trabajadores la cual fue hallada en una reciente excavación. Allí los mamposteros, talladores de piedra, artesanos, carpinteros, y otros obreros podían vivir comparativamente en comodidad bajo el abundante trabajo de sus grandes proyectos. La villa tenía canales, árboles, lagos y jardines con muchas aves. Cada trabajador tenía derecho a una pequeña casa que constaba de una habitación grande al frente que servía de cocina y sala, dos o tres dormitorios y un gabinete al fondo parecido a nuestros armarios. Tenían en la parte posterior un establo para los camellos, asnos y cabras, que los obrero utilizaban como bestias de carga. Se hallaron muchos amuletos, herramientas e implementos de cada oficio y restos de murales. Estos alojamientos eran mucho mejores que los de los trabajadores industriales de Inglaterra del siglo XIX o las barracas de los centros industriales de la India hoy en día y sin duda son lujosas en comparación con los cinturones de miseria de las grades metrópolis del presente. Hay autores que aseguran que estas eran colonias penales, pero los muros perimetrales con sus seis codos de altura (1,68m) y doce codos de ancho (3,36m) eran demasiado bajos para ese objeto, por lo que se cree que los muros eran utilizados para hacer rondas de patrulla en el lugar.

Tan buen trato dio el joven Faraón a su gente, tantos proyectos desarrolló para su beneficio, y tantos recursos destinó a su bienestar que recibía innumerables cartas de agradecimiento de todos los rincones del imperio. Esta era una de las razones por las cuales los destituidos sacerdotes no se atrevían a conspirar contra el. Una de esas cartas nos da una idea de lo que sus vasallos le agradecían: “Yo era un hombre de origen humilde, tanto por el lado de mi madre como por parte de mi padre. Pero el Rey hizo que me estableciera... ... me hizo prosperar... ...por sus beneficios, cuando yo era un hombre sin posesiones. Me dio comida y provisiones muchos días; yo que había sido uno que solo mendigaba pan”[32].

También hay expresiones de agradecimiento de dignatarios como Pahehesi, un negro Etíope discípulo del Faraón: “Cuando yo no conocía la presencia de princesas, fui cercano al rey”. También dice que su señor: “...hace príncipes y levanta al humilde”. La inscripción corrobora otra en la tumba de Huya, asistente de la reina Tye, su madre, y quien dice que el Rey estaba siempre: “...seleccionando oficiales de los rangos del hombre común”. Esto indica que el rey no rechazaba la cuna noble con méritos, pero siempre tomaba el mérito en primer lugar en la gente a quien confiaba tareas de responsabilidad. A estos le otorgaba los honores tradicionales en forma de recordatorio duradero con una tumba de piedra. Estos son solo unos pocos ejemplos; se han encontrado cientos de muestras de afecto tales como los de Pentu, Mahu, Aye de Merira –Sumo Sacerdote del Señor- y muchos dignatarios que aparecen recibiendo abundantes regalos de mano del rey. Todos ellos tallaron su agradecimiento en piedra como lo hizo Mahu: “El me ha multiplicado sus favores como el número de los granos de la arena. Yo soy el jefe de sus funcionarios al frente de su pueblo; mi Señor me ha ascendido porque he asimilado sus enseñanzas incesantemente”. Incluso Aye, un cercano asistente, quien había sido Sumo Sacerdote del destituido culto de Amén, y quien resulta ser hoy el principal sospechoso de la muerte de Thuthankh-Amén, lo alaba diciendo: “Su majestad ha doblado sus regalos a mi en oro y plata... ... cuán próspero es en mi Él, mi Señor que escucha Tus Enseñanzas de Vida; a mi, abanicador del lado derecho del Rey y Mayordomo de su casa”.

Quizás una de las declaraciones más fervientes al rey no vienen de sus oficiales y ministros, algunos de los cuales trataron de traicionarlo, sino de estas palabras al Señor en una tumba sencilla de un anónimo sirviente, lejos del palacio en un remoto rincón de la ciudad sagrada:

“Tus rayos están en Tu brillante imagen, Regente de la Verdad, que vienes de la eternidad. Tu le das a Él (el Faraón) Tu permanencia y Tus años; Tu cumples todo lo que está en su corazón, porque Tu lo amas, Tu lo hiciste como Tu, Señor, Tu hijo, el rey; Tu velas por Él porque él procede de Ti; Tu lo has sentado a Tu diestra por siempre y siempre porque él ama contemplarte a Ti... Tú lo has puesto allí hasta que el cisne se vuelva negro y el cuervo blanco; hasta que las colinas viajen como las nubes y lo profundo regrese hasta los ríos... Mientras haya Cielo el existirá”.

Pero no todos eran tan sinceros y devotos; algunos de sus funcionarios deseaban derrocarlo para restablecer los privilegios de los sacerdotes de Amén. Aunque no se han hallado aún las pruebas definitivas del complot, Aye el mayordomo de la Casa Real, mostró siempre resistencia hacia el culto a Athon decretado por su Rey, y las evidencias le señalan como el mismo que años después atentaría contra el aún adolescente faraón Thuthankh-Amén, probablemente mientras oraba reclinado, a juzgar por la herida hallada en su occipucio. Algunas de estas conclusiones las presenta el Prof. Edmund Harrison del departAménto de Anatomía Forense de la Universidad de Liverpool, junto con el Prof. Ian Isherwood, Neurorradiólogo, y el Inspector de Scotland Yard, Graham Melvin, quienes emprendieron esta peculiar investigación como “Reapertura de un caso de posible homicidio”.

El análisis forense de la momia de este joven rey, hijo natural y heredero al trono de Akhen-Athon, descubrió un coágulo de sangre producto de un gran hematoma en la mejilla y un fuerte traumatismo en el hueso occipital. La cicatrización del fracturado cráneo indica que el joven rey sobrevivió unos seis meses luego del mortal golpe, pero se desconoce en que condiciones. Las alarmantes cartas de su adolescente y aterrada esposa Ankhesenp-Athon, hija de Akhen-Athon dirigidas al rey Hitita Subibuliuma, rival político de Egipto, indican una grave crisis: “Mi marido acaba de morir y no tengo hijos. Me dicen que tenéis varios hijos adultos. Enviadme uno, haré de él mi esposo y Faraón de Egipto, pues es repugnante para mi tomar a uno de mis sirvientes como esposo” Pocos dudan de que se refería a Aye, abanicador del faraón. Pero Subibuliuma desconfiaba de los egipcios, sus anteriores enemigos, y envió a un mensajero a verificar la carta. Este llegó un mes después ratificando los deseos sinceros de la hija de Akhen-Athon y el rey envió a uno de sus hijos. Sin embargo la caravana fue asaltada antes de la frontera y el hijo de Subibuliuma fue asesinado[33]. Finalmente Aye logró apoderarse del trono luego de la muerte de Akhen-Athon y emprendió una feroz cacería de brujas para erradicar el culto a Athon y ratificar completamente el de Amén, parcialmente restablecido bajo su enérgica coacción, por el rey Thuthank-Amén, un inexperto y desconcertado adolescente.

Smenkhara, hijo de Akhen-Athon (con una esposa secundaria), y a la vez yerno, por haberse casado con una de sus hijas, había asumido la corregencia con su padre en el palacio, en el año décimo tercero de su mandato. Pensaba el Faraón que con un hijo suyo tan cerca podría realizar sus planes y proyectos de mejor manera ya que era varón, pues Nefertiti solo le había dado hembras. Como eran las costumbres, lo casó con su hija para mantener la sucesión de la sangre real. Pero Akhen-Athon no llegaría a cumplir los treinta años; murió a los veintinueve, en el décimo octavo año de su brillante reinado, probablemente de Syndrome de Marfan, una enfermedad sumamente rara que daña los tejidos conectores, hace que el torso se encoja, que se alarguen las manos, los pies, los brazos y la cabeza. También hace que se broten las clavículas, generando hinchazón en el vientre y en la parte superior de los muslos. Por lo general a quienes sufren de este mal se les debilitan las aortas hasta el punto de que un esfuerzo intenso repentino puede romperlas produciendo la muerte por hemorragia masiva interna.

En Enero de 1.976, Arthur Weigall y Ayrton hallaron su esqueleto en la necrópolis real cerca de Thebas; tenía el cráneo humano más grande que haya sido encontrado, pero el resto del cuerpo se desintegró en su tumba que habían dejado parcialmente abierta los saqueadores. Al pie del sarcófago estaba inscrita su oración: “Señor, yo respiro el dulce aliento que emana de Tu boca”. En la cubierta del mismo están los títulos y nombres del fallecido: “El Hermoso Príncipe, El Escogido Hijo del Sol, Rey del Alto y Bajo Egipto, El Viviente en la Verdad, Señor de las Dos Tierras, (el nombre aparece borrado e ilegible), el hermoso niño del Dios Viviente, cuyo nombre vivirá por siempre y por siempre”. Aunque su nombre fue borrado, los títulos demuestran que era su sepulcro. Sólo se halló un pequeño buitre de oro bajo pilas de escombros y arena. Los saqueadores y rivales habían hecho un trabajo exhaustivo.

A la muerte de Akhen-Athon los Sacerdotes se mantuvieron a raya mientras vivió Nefertiti, pero luego de fallecer ésta cayeron como buitres sobre el inexperto y aún niño Smenkhara durante su corto reinado, hasta que murió enfermo o asesinado. En un arrebato de anarquía los sacerdotes destruyeron todo lo que recordara el paso de Akhen-Athon por el imperio; borraron su nombre y el de Nefertiti. Además restablecieron el culto a los dioses ancestrales en todo el reino, calificando a Akhen-Athon como hereje y criminal. El glorioso experimento monoteísta había fracasado en Egipto, sin embargo se preservaría en el mundo gracias a las doctrinas asimiladas por sus antiguos esclavos, los hebreos.

Tal como hemos visto a lo largo de la historia, los líderes que han derrocado por la fuerza a un régimen rechazado, arrasan lo que queda para borrar los rastros de la existencia del mismo.  Si recordamos las purgas de Stalin, de Mussolini, de Hitler, de Mao, o de Fidel Castro, nos podemos imaginar lo que sucedió a la muerte de Akhen-Athon. De inmediato, los corrompidos sacerdotes forzaron a la tercera hija del difunto Faraón a cambiar su nombre de Ankhesenp-Athon por Ankhesenp-Amén y la obligaron a casarse con un noble: otro hijo y yerno del Faraón, Thuthankh-Amén, de escasos ocho años de edad. También forzaron al niño a restablecer los cultos y festividades de Amén y a erradicar todo rastro del reinado, la religión o las palabras de su padre incluyendo la destrucción completa de su joya más preciada: Akhet-Athon, “El Brillo del Señor”, la Ciudad Sagrada y sede del más importante culto monoteísta de la historia antigua. Luego obligarían al niño a que decretara el restablecimiento de los poderes, posesiones y privilegios de los sacerdotes de Amén argumentando que las terribles epidemias que azotaron la tierra en esa época eran debidas a que los dioses le habían dado la espalda a la nación por la herejía de su padre.

El principal vocero de estas exigencias era Aye, su consejero jefe y anterior sacerdote de Amén, nombrado mayordomo por su padre quien debe haber creído que su conversión al nuevo culto era sincera. Aye era el poder detrás del niño-rey Smenkhara y quizás lo hizo asesinar. Aye ascendió al trono luego de morir Thuthankh-Amén pero como en vengativa maldición cayó víctima de varios otros conspiradores quienes a su vez terminaron asesinándolo también.

Del culto al Señor (Athon) sobrevive el monoteísmo gracias a la iconoclasta tenacidad de los hebreos, y a los pocos relieves que no fueron destruidos por la furia antiherética de los sucesores del Faraón. Apenas quedan ruinas de lo que fue tal vez el mayor esplendor que vivió Egipto en la XVIII Dinastía, además de algunos murales y las cuantiosas cartas de Tel-el-Amarna. También sobreviven como testimonio de la devoción espiritual de un rey realmente inspirado, los Himnos al Señor donde leemos:

         “Tu estás en mi corazón;
No hay otro que Te conozca,
Salvo Tu Hijo Akhen-Athon.
Tú lo has hecho sabio
En Tus Designios,
Y en Tu Poder.
                                 Yo, Tu Hijo”.

Su inspirador Himno a Athon ingresaría más adelante a la Biblia hebrea en el Salmo 104, inmortalizando así la devoción única, de un rey único, a un Dios único. 

“Tú estás solo, pero hay millones de poderes de vida en Ti para hacer que ellas (Tus criaturas vivan. OH, Vos Dios Único, junto a quien no hay otro. Tú creaste la Tierra de acuerdo a Tú voluntad; solo Tú existes”
Akhen-Athon, “Himno Largo a Athon”; traducción al inglés de Breasted; History of Egypt. T. del A.






-XIV-
Epílogo

El escenario del Medio Oriente ha cambiado notablemente en veinte siglos. La participación de países como los Estados Unidos, Francia e Inglaterra en los conflictos y guerras locales, los cambios en la relación entre las naciones protagonistas, la expansión de la economía energética y la creciente globalización han barajado el mapa geopolítico hasta el punto que casi ninguna pieza del rompecabezas está en el lugar que tenía originalmente. Sin duda las numerosas noticias, auténticas o manipuladas han condicionado nuestras simpatías y solidaridad, pero también la expansión del cristianismo y la creación del estado de Israel han contribuido determinantemente a reconfigurar nuevos juegos de poderes.

Aunque nos parece importante conocer los orígenes del conflicto, el reconocer el germen de nuestras creencias y descubrir el esqueleto que les dio forma contribuye a afirmar nuestra fe sobre bases más sólidas. Los judíos se han establecido como un pueblo con identidad propia, sean su historia o sus doctrinas prestadas o no. Sin embargo su actitud territorial ferozmente, colonizadora los ha llevado a un encuentro cada vez más estrecho con su pasado y tal vez no logren la tan ansiada paz a menos que enfrenten con más humanidad y tolerancia los graves conflicto internos que los agitan. Como afirmaba Ghandi, el "ojo por ojo" terminará volviéndonos ciegos a todos.

A la luz de los hechos como hemos deducido que sucedieron, las figuras de Akhen-Athon y de Jesús cobran un carácter diferente y profundamente humano; particularmente la de Jesús, más coherente con el espíritu combatiente de la mayoría de los líderes hebreos, se agiganta con los siglos por lo contundente de sus expresiones, incluso luego de ser “enriquecidas” y distorsionadas sus palabras por los “preservadores” del conocimiento. Pero más aún, revela un coraje que difícilmente líder alguno haya asumido en ningún momento de la historia de la humanidad, pues significa cargar sobre sus hombros con el catastrófico fracaso de una idealista revuelta, y enfocar todas las aplastantes, crueles y despiadadas represalias de todo el Imperio Romano sobre su sola figura. Por eso nos parece bastante corto el honor que le hace la Iglesia cristiana a su heroica gesta.

No hay evidencia arqueológica capaz de doblegar la fe de un creyente convencido y por eso el cristianismo, el judaísmo y el islamismo continuarán existiendo, y algunos de sus fieles seguirán siendo tan fanáticos como lo han sido siempre; es una cuestión cultural. Igualmente los santos seguirán haciendo milagros a los cristianos, los cabalistas hebreos seguirán utilizando su magia con fines políticos, los fanáticos religiosos calificarán tal vez estos escritos como blasfemia, aunque las evidencias están allí para que todos las puedan ver y las religiones terminen aceptando los hechos científicos. Y la ciencia, por su parte, tarde o temprano, tendrá que aceptar, inevitablemente, algunos raros milagros.

Sin embargo los auténticos milagros, la magia verdadera, la que practican los hindúes, los chinos, los shamanes andinos, los cabalistas hasídicos, los esoteristas de la rosacruz, los teúrgos del martinismo, los verdaderos maestros masones, los curanderos tailandeses que operan sin anestesia, ni sangrado, los terapeutas tibetanos, los sanadores chinos que disuelven tumores cancerosos en minutos con pases de manos y sin tocar al paciente, mientras los atónitos espectadores miran al tumor disolverse en la pantalla del ecosonograma, las milagrosas curaciones de Betania y de Lourdes, la momificación espontánea de algunos “santos”, los sorprendentes descubrimientos del Prof. Masaru Emoto sobre el efecto de las oraciones en el agua, demuestran junto con muchas otras manifestaciones sorprendentes, el resultado del control de la mente sobre la materia. Y seguirán apareciendo mientras exista la fe en la mente humana, pues es la fe la verdadera creadora de cada religión.

Los Castores, verano de 2005






Bibliografía

1- El Escándalo de Los Rollos del Mar Muerto; M. Baigent y R. Leigh, Martinez Roca, Barcelona 1992.
2- Los Manuscritos del Mar Muerto, Hershel Shanks, Paidos, Barcelona 1998.
3- La Guerra de los Rollos del Mar Muerto, Neil Asher Silberman, Martínez Roca, Barcelona 1994.
4- Bishop John Shelby Spong from the New Christianity, “Is The Bible The Literal Dictation of God? An excerpt from: Resurrection –Myth of Reality? by Bishopp J. S. Spong ( www.beliefnet.com ) T. del A.
5- El Hombre y sus Símbolos, Carl G. Jung, Planeta, 1961.
6- The Library of Original Sources, Oliver J. Thatcher, (Milwaukee: University Research Extension Co., 1907), Vol. I: 7- The Ancient World. Compiled and translated by Prof. J. S. Arkenberg, Dept. of History, Cal. State Fullerton.
8- La Santa Biblia (Antigua versión de Casiodoro de Reina, 1569), SBU, 1960.
9- The Secret Teachings of Jesús, Four Gnostic Gospels, Translated by Marvin Meyer, Vintage Books, 1984.
10- A Test of Time, David Rohl, Vintage Books, New York, 1996. T. del A.
11- Epic of Gilgamesh, Robert Temple, Rider, Random Century Group Ltd., London, 1991.
12- Tableta de Nippur B 10637, arcilla, Museo de Irak,
13- Discoveries in the Black Sea, W.  Ryan y W. Pitman, Vintage Books, San Francisco, 1999.
14- National Geografic, edición en Español, Diciembre de 2001.
15- Sacred Books of the East, E. W. West, volume 5, Oxford University Press, 1897.
16- Old Persians, Roland G. Kent, London, 1953.
17- Archaeology and the Bible, George A. Barton, Philadelphia: American Sunday-School Union, 1920.
18- The Amarna Letters, W. Meyers, London 1971. T del A
19- The Gezer Calendar, tableta de arcilla del siglo VII a. C., Museo Británico.
20- Antigüedades, Flavio Josefo, XVIII, 21.
21- Rollo Nº 4Q186, II, The Dead Sea Scrolls in English, Geza Vermes, Penguin Books, London 1998. T Del A.
22- The Dead Sea Scrolls Translated, Florentino García Martínez, Brill, Leiden 1996. T Del A.
23-“¿Quién Mató a Thutankamon?”, Revista “Vivir la Arqueología”, Año 1, Nº 2, Barcelona 2001.








Acerca del Autor

Odlanier Zenit Ram,  inició sus investigaciones en el mundo esotérico a través de una serie de sorprendentes experiencias paranormales vividas durante sus viajes en la década de los 70, en los cuales recorrió Inglaterra, Alemania, Austria, Suiza, Italia, Bélgica, Holanda y Francia. Ha sido miembro de las principales fraternidades esotéricas y organizaciones filosóficas, y dentro de ellas ha dictado numerosas charlas, conferencias, talleres y seminarios en una serie de temas, especialmente el simbolismo esotérico. Ha traducido del inglés y el francés numerosas obras, entre ellos artículos del Dr. H. Spencer Lewis y otros autores esotéricos, incluyendo “Des Erreurs et de la Veritè (“De los Errores y la Verdad”) de Louis Claude de Saint Martin y otras obras cabalísticas.

Actualmente el autor prepara otras obras; “El Hilo de Ariadna”, una aproximación al estudio del simbolismo esotérico, “El Oráculo Eterno”, que desglosa detalladAménte el simbolismo astrológico verdadero, y “Ellos Somos Nosotros”, un análisis del vínculo espiritual entre los seres arquetipales7 Al presente continúa sus investigaciones, mientras dicta charlas y talleres.


[1] El Escándalo de Los Rollos del Mar Muerto; M. Baigent y R. Leigh, Martinez Roca, Barcelona 1992. 
[2] Los Manuscritos del Mar Muerto, Hershel Shanks, Paidos, Barcelona 1998.
[3] La Guerra de los Rollos del Mar Muerto, Neil Asher Silberman, Martínez Roca, Barcelona 1994.
[4]  El Obispo John Shelby Spong del Nuevo Cristianismo, “¿Es la Biblia dictado directo de Dios? (“Is The Bible The Literal Dictation of God?), un extracto de: Resurrection –Myth of Reality? (La Resurrección, ¿mito o realidad? Por el Obispo J. S. Spong. Un ensayo de la serie”The Search for Jeasus” ( “La Búsqueda de Jesús”). Traducción del autor.
[5] El Hombre y sus Símbolos, Carl G. Jung, Planeta, 1961.
[6] The Library of Original Sources, Oliver J. Thatcher, (Milwaukee: University Research Extension Co., 1907), Vol. I: The Ancient World. Compiled and translated by Prof. J. S. Arkenberg, Dept. of History, Cal. State Fullerton. T del A.
[7] La Santa Biblia (Antigua versión de Casiodoro de Reina, 1569), SBU, 1960.
[8] The Secret Teachings of Jesús, Four Gnostic Gospels, Translated by Marvin Meyer, Vintage Books, 1984. T del A.
[9] David Rohl propone una teoría controversial sobre los patriarcas de la Biblia, la cual el resume así: "Las narrativas pastorales y nombres coloquiales usados en el Libro del Génesis han velado las verdaderas identidades de los Patriarcas que eran Soberanos de la Antigua Mesopotamia y Egipto. Para probarlo se requeriría un libro, sin embargo el perfil básico es como sigue: Una vez reconocidos en su linaje real, la sucesión de Patriarcas mencionados en el Génesis se relaciona con la lista de reyes tanto de Egipto como de Mesopotamia del tiempo del Reino Medio y proto-1ª Dinastía de Babilonia. El Adán de la Edad de Bronce queda identificado como Adam-Tudiya (que significa "Adam el Amado de Dios") el cual es el primero de los reyes Asirios. Se demostrará aquí que también se le conoció como 'Gudea' en Babilonia e ‘Imyothep’ en Egipto. Estos Patriarcas de la Edad de Bronce, comenzando con Tudiya-Adam/Gudea/Imyothep, son un collage hecho en el Génesis de antiguos reyes de la Edad de Piedra. El Adan de la Edad de Piedra es el primer "Rey-Dios" de la lista de reyes egipcios, a quien se le llama aquí "Athon, y sus inmediatos sucesores se ajustan a la lista de los Patriarcas de la Edad de Piedra que se mencionan en la Biblia” (A Test of Time, David Rohl, Vintage Books, New York, 1996). T del A.
[10] Epic of Gilgamesh, Robert Temple, Rider, Random Century Group Ltd., London, 1991. T. del A.
[11] Tableta de Nippur B 10637, arcilla, Museo de Irak, de la cual solo 70 líneas sobreviven, donde se narra que Enki (el dios Ea) revela a Ziusudra el plan de Dios para destruir la raza humana con un diluvio que durará siete días y siete noches. Ziusudra construye un arca bajo sus instrucciones con el cual sobreviven el y su familia. Enki aplaca la ira de los dioses y Anu y Enlil le otorgan a Ziusudra inmortalidad como a los dioses.
[12] Discoveries in the Black Sea, W.  Ryan y W. Pitman, Vintage Books, San Francisco, 1999.
[13] National Geographic, edición en español, Diciembre de 2001.
[14] Sacred Books of the East, E. W. West, volume 5, Oxford University Press, 1897. T del A.
[15] Old Persians, Roland G. Kent, London, 1953. T del A.
[16] Un Relato de Egipto, Herodoto; traducción de W. Meyer, Penguin Books, London 1967.
[17] Archaeology and the Bible, George A. Barton, Philadelphia: American Sunday-School Union, 1920. T del A.
[18] The Amarna Letters, W. Meyers, London 1971. T del A
[19] Inscripción trilingüe (jeroglífico, griego y cuneiforme) en la cara de una Gárgola bajo un panel de esculturas en la pared de unas ruinas en Irak; Old Persian Texts, Roland Kent, Oxford University Press, 1953. T del A.
[20] Ibid.
[21] The Gezer Calendar, tableta de arcilla del siglo VII a. C., Museo Británico.
[22] Ahmed Osman propone una Nueva Cronología que reubica a los patriarcas y reyes de Israel, haciéndolos coincidir, con sorprendente precisión, con los reyes egipcios. En ella el Rey Salomón queda identificado con Aménothep III, y no es menos peculiar que su predecesor, El Rey David, también se halle en Egipto. Consistente con esta premisa Osman ha comparado el recuento de la Biblia de David y sus hazañas, con el bisabuelo del Faraón de la XVIIª Dinastía Thuthmoses III. No solAménte sus logros son equivalentes, sino sus mismos nombres coinciden. Thuthmoses se forma de Thuth o Thoth (de "Thoth", dios egipcio de la sabiduría, la poesía y el canto) y "moses"; un sufijo egipcio que significa "hijo de" o "nacido de". En el lenguaje egipcio antiguo las palabras se escribían sin vocales, Thoth se escribe "thvth". En lengua Hebrea la cual derivó parte de su estructura escrita del egipcio, solo se escribían las consonantes pero las vocales se conocían de memoria. En la transliteración del nombre al Hebreo, Th-v-Th se convierte en D-V-D, es decir David, por lo tanto Thuth-moses significa hijo de David (Thoth), y como explica la Biblia, estableció guarniciones en esas regiones para mantener el control (2 Samuel, 8: 5,6). Al hacerse Faraón, Tuthmoses III inició una agresiva campaña militar. En anticipación se formó una confederación formidable de ejércitos Caananeos y Sirios que esperaban a Tuthmoses en Canaan. Utilizando una estratégica y arriesgada maniobra el Faraón (Rey David) logró dividir la confederación y la conquisto en la épica batalla del Valle de Har-Maggido (Armagedon).
[23]  Antigüedades, Flavio Josefo, XVIII, 21.
[24] Rollo Nº 4Q186, II, The Dead Sea Scrolls in English, Geza Vermes, Penguin Books, Londres 1998. T Del A.
[25] Ibid.
[26]  The Dead Sea Scrolls Translated, Florentino García Martínez, Brill, Leiden 1996. T Del A.
[27]  En las ancestrales tribus nómadas de África del Norte los guerreros mataban leones para comer su carne tratando de asimilar las cualidades de fortaleza, nobleza y liderazgo del animal. Para dicho ritual el guerrero líder de los cazadores del felino era untado en la frente con grasa del animal, para que asimilara su inteligencia y su coraje. De allí probablemente surgió la costumbre de ungir en la frente con aceite a los aspirantes a rey. N del A
[28]  “..¿Tu quien eres?, Confesó y no negó, sino confesó; Yo no soy el Ungido (Cristo). Y  le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tu Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: no. Le dijeron: ¿Pues quien eres?... ... ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Juan 1:19-23.
[29] El término “Dios”, proviene de Zeus (Júpiter), que tiene una raíz común con “Theus” ó “Deos”.
[30] Un talento equivale a 6000 dracmas, o sea 34,6kg
[31] Inscripción parcialmente mutilada en una de las piedras de lindero en Tel-El-Amarna.
[32] Inscripción rota en la tumba de May, uno de los oficiales de la ciudad. Tumba Nº 14, cementerio oficial de Tel-El Amarna.
[33] “¿Quién Mató a Thutankamon?”, Revista “Vivir la Arqueología”, Año 1, Nº 2, Barcelona 2001.


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